Sesión de tarde. Empiezo a ver, con desconfianza, “14, Fabian road” (2008). Tejida de tal forma que deja ver enseguida que es obra de un guionista. Es la última película de Jaime de Armiñán, quien, pasados once años, se hace difícil pensar que saque ahora ya una nueva.
Cifras: la pasaron anoche en la 2 y, después de eso, esta sobremesa, tras verla, he constatado que en Filmaffinity tiene una nota de un 5,5, promedio de 86 votos. Para tener una idea comparativa, “Dolor y gloria”, el último Almodóvar, tiene en esa web una nota de un 7,2, promedio de 11.438 votos.
Más cifras interesantes. Con tan pocos votos, podría pensarse que no se estrenó (aunque, de hecho, parece que en 2008 se pasó en el Festival de Málaga, enorme contenedor del cine español, donde obtuvo un premio...al mejor guión). Pues bien, hago inquisiciones en la web del Ministerio y sí consta como estrenada (aunque quizás sólo a los efectos de recibir alguna subvención): el 7 de noviembre del 2008. Ahora el pase televisivo (si no formaba parte de la producción: no me he fijado) le ha debido suponer unos buenos ingresos, porque lo que son los resultados de taquilla desde entonces son de los que causan impresión:
-Recaudación: 173 euros
-Espectadores: 37
Pero ¿es tan mala “14, Fabian road”? A mi no me lo parece. Yo diría que debería tener un honroso sitio entre ese tipo de cine que se hacía por aquí en los años 90, como el de Mario Camús, gente así. A mi personalmente me gusta más que otras películas posteriores al “Mi querida señorita” que he visto de Armiñán y -ahora diré una blasfemia- su visión completa hasta me ha resultado más satisfactoria que la de la tan elogiada “Dolor y gloria”.
¿Por qué? Porque aún siendo lo que considero una película de guionista, no cae en la blandura de otras películas de Armiñán y, filmada más que correctamente, va dando unos tumbos a base de revelaciones argumentales que la alejan de la gran cruz de muchas películas, que te las conoces de principio a fin antes de verlas.
Aparece Ángela Molina en ese papel suyo de haber vivido otras vidas (que nosotros llegamos a intuir viéndola en tantas películas por las que arrastraba su cuerpo y su voz rota). Aparece Ana Torrent, que parece regresada de esos cursos norteamericanos por los que anduvo cuando decidió seguir carrera como actriz. Y aparece Omero Antonutti, aquí un personaje secundario, hijo de una niña de Rusia, que fue locutor de Radio España Independiente en Bucarest y ahora emite desde el hotel refugio escenario del film unos programas que son continuos homenajes a los héroes soviéticos, a la Internacional y a Prokofiev, que suenan con prodigalidad. Me da que Jaime de Armiñán se acercó con interés al personaje, identificándose con su deseo de convertirse en luz de estrellas.
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