Empieza en una fiesta de la familia y vecinos portugueses celebrando el 25 de abril que deja conocer a los personajes, y sobre todo a ese padre desmedido (al que no te acabas nunca de creer, con ese afán de dibujar en él a todo un personaje) y cuando acaba, dramáticamente, unos meses después, la protagonista -la niña Luisa Palmeira-ve que en el cielo estallan en mil pedazos los cohetes del los fuegos artificiales de otra celebración, la del 14 de julio.
Así, “Menina” (Cristina Pinheiro, 2017, vista en TV5Monde), recorre también de su principio a su fin uno de esos vaivenes continuos entre el Portugal que quiere mítico la realizadora (hija de inmigrantes portugueses a Francia) y la Francia de su adopción. Entre el portugués que sale irreprimible de labios de sus padres y el francés que, con poema de Blaise Cerdrans recitado incluido, domina la niña, ya integrada en la sociedad de acogida. El de la película portuguesa que no es y la real película francesa con, como tema exótico buscado lo portugués, que es.
Con la desembocadura del Ródano como escenario, siempre viéndose todo bajo el punto de visto de la niña protagonista, quizás se note demasiado, para mi gusto, esa acentuación de la diferenciación del mundo inmigrante portugués -esas pintorescas viviendas con mucho de provisionales-, del mundo poético de la infancia -he pescado hasta algún contraluz que se quiere hermoso y me resulta de lo más forzado-, de la nostalgia del Portugal perdido, que impone ávida a sus personajes su realizadora, ávida de sacar adelante un tema que pueda asociar con sus orígenes.
Durante su visión iba pensando cómo habría hecho la película un realizador portugués de la nueva hornada, no forzado por él mismo, como Cristina Pinheiro, a encontrar un tema “personal”. Yo diría que “lo portugués” habría estado mucho menos en primer plano, resultando entonces mucho más auténtico.
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