jueves, 1 de agosto de 2019

Aurora Gasull al CCCB


Itziar González y Aurora Gasull en la presentación de la “Pantalla Interior” del CCCB dedicada durante todo el mes de agosto a ésta última. Detrás se aprecia evolucionando a “un senyor de Cardedeu” de Dani Ensesa en su “Divertiment” (2009), con música de Djiango Reinhardt.
Viendo sus piezas me preguntaba ¿cómo debe hacerlo? Me la imaginaba delante de su ordenador, ensayando algo, luego haciendo una pequeña variación en función del resultado, más tarde otra prueba, y así no una o dos sino cientos, para cada elemento de cada una de ellas.
No es que el enorme hall del CCCB sea el lugar idóneo para verlas. Las piezas de aurora Gasull piden a gritos un local íntimo -aunque puede ser grande si la pantalla lo acompaña-, insonorizado, forrado de una espesa moqueta negra. Un sitio donde entrar y disponerse a ver y a oír, aquí fundidas estas funciones en un único sentido, sin que nada del exterior, ni luz ni ruido, si no son nuestros mismos sentimientos apelados desde la pantalla, nos perturbe.
“Sonades a la calor del foc” (2010), sobre música de Mestres Quadreny.
Ídem

El hall, feo, destartalado, lleno de ruidos de la gente que va hacia el mostrador y de ahí a las exposiciones del Centro, es todo lo contrario y, aún así, recomiendo vivamente que durante este mes de agosto que hoy se inicia se acuda al CCCB, se entre en el patio, se deje para después la observación de todos esos críos ensayando movimientos de baile ante su reflejo sobre el cuarto muro (el de cristal) del mismo, se baje hacia el subterráneo (han habido siempre “caves” no emparentadas con el infierno, como las jazzísticas del Paris de los existencialistas) y, llegando abajo, se gire hacia la izquierda, se avance entre sillas colocadas para la ocasión hasta lo más cerca posible de la pantalla, para envolverse con su contenido, y se observen las siete piezas. Se les “preste atención”, como dice Itziar González en el programa que hace Aurora Gasull, pues nos está prestando a nosotros la atención que ha puesto ella en la música que sigue e ilumina con sus geometrías. Y hay que aprovecharlo.
También dice otra cosa, bueno, bastantes más, en su escrito Itziar González. Cosas como, haciendo gala de su afición a jugar y sacar interpretaciones muy pertinentes y poéticas de las palabras, lo revelador del nombre de la artista, Aurora. O como el paralelismo que traza entre sus trabajos y sus acciones como la violoncelista que dice su biografía fue.
De “A smile” (2016), sobre música de Messiaen.
Eso me hace ver que he indicado mal el circuito hasta la pantalla. Recomiendo antes de girar a la izquierda hacerse con un programa de mano que hoy estaba puesto a la entrada, a la derecha. El programa servirá luego para llevarlo a casa y leer atentamente el texto introductorio del que hablo y -si no se hace durante el segundo o tercer pase de la aproximadamente media hora de función- los que la misma Aurora Gasull ha escrito para explicar cada una de sus piezas. Pero antes, sugiero que se utilice, de poder ser, para entrar en contacto de verdad por el orden en que están colocadas las diferentes composiciones del programa, que es su orden cronológico de creación, desde el 2003 hasta 2018.
No estoy diciendo que vaya a mejor y que, por lo tanto, las primeras piezas sean prescindibles, porque hay entre ellas unas magníficas, que yo seleccionaría entre las mejores. Pero está interesante ver ese proceso que me ha parecido distinguir hacia, por un lado, la abstracción, por otro, la -dificilísima- simplificación, hasta llegar finalmente a la absoluta perfección que son, para mi gusto, estos 2 minutos 54 segundos de su “Estudi Cromàtic”, que ha elaborado a partir del Preludio I (BWV 846) de J. S. Bach. Un estudio cromático que vemos que se inicia con un punto blanco que crece a línea blanca sobre negro, para vibrar en múltiples sinusoidales blancas y acaba, después de todo el abanico de colores, también en otras blancas, para apagarse mediante justo el proceso inverso.
¿Cómo debe hacerlo Aurora Gasull? A Itziar González, según ha explicado, le sobrevino esa misma curiosidad y, siendo vecinas, acudió a ver cómo iba moldeando una pieza. En el texto explica lo que, groseramente, explico ahora aquí. Parte de un estado de quietud, de una posición, y del siguiente. Y entonces determina cómo será el movimiento entre ambos. Parece fácil, ¿eh? Pues anda, a probarlo. Y suerte...
Y del “Estudi cromàtic” (2018) sobre un preludio de Bach. Pero mejor acudir al enlace que he incluido en el texto, para poder apreciar en su totalidad esta maravilla.


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