martes, 17 de abril de 2018

The Silent Revolution: What Do Those Old Films Mean?

Con gorra, mientras Esteve Riambau y Octavi Martí acuerdan la organización de la sesión.
Con su pinta de sabio despistado enfadado consigo mismo, consciente de la falta de tiempo y medios para hacer todo lo que quiere, despotricando contra unas cuantas cosas que le sublevan, la sesión de hoy de la Filmoteca dedicada a documentales de Noel Burch sobre historia del cine ha tenido el enorme mérito de acercarte un montón al personaje, dejando alguna cara sorprendida entre los que no sabían demasiado de él desde el momento en que su libro, "Praxis del cine" era la guía solvente, casi única, sobre lenguaje de cine.
Y, ya descubierto, defendiendo su postura.
La sesión, que continúa y se completa esta noche con los capítulos dedicados al cine alemán, francés y ruso, ha comprendido los tres primeros episodios, los que hablan del primer cine (aproximadamente desde 1902 a 1914) de Gran Bretaña, Estados Unidos y Dinamarca.
Admira, en primer término, como ha sabido sacar una idea vector al cine de ese periodo de cada uno de esos países. Así, esa extraordinaria diferenciación que hace entre el cine del sur de Inglaterra (hobby de unos cuantos dandis que muestran los peligros de vagabundos y de la clase obrera) y el del industrioso norte del país, destinado al ocio de un público trabajador. En el caso de Estados Unidos, con un cine hecho inicialmente en Nueva York, esa evidente (¡pero sólo una vez que se ha visto!) constatación de que se trata siempre de pueblerinos que han llegado a la ciudad, debiéndose enfrentar a sus desconocidos problemas. Por último, en el caso danés, dejar constancia de un breve periodo de tres años en los que en esa cinematografía se podía mostrar el cuerpo de la mujer y hasta sus puntos de vista, reflejando el inusitado avance de esa sociedad en ese terreno sobre las otras coetáneas.
Como ha sugerido Esteve Riambau, este "The Silent Revolution: What Do Those Old Films Mean?" (1985, un título inglés que Burch ha denigrado), tratando el mismo tema que el libro "El tragaluz del infinito", viene a suponer una exploración paralela, diferente, cada una en su medio. Ha estado divertido Burch cuando ha dicho que al único al que le gustó la rapidez con que líquida la película los temas fue Godard, quien dijo que era la mejor historia del cine... después de la suya.
Al margen de los temas de fondo vehiculados por las secuencias incluidas, a mí, personalmente, me han gustado unas cuantas cosas por encima de las demás en cada uno de los episodios:
- En el del cine inglés un par de escenas de un enorme poder documental. Por un lado, unos mineros yendo al trabajo que me ha recordado poderosamente a "¡Qué verde era mi valle!" Por otro, la única escena de cine colonial, con la población de una ciudad de la India subiendo por una calle escalonada, mientras un oficial uniformado cabalga en sentido contrario entre ellos.
- En el del cine norteamericano, la fulgurante aparición de una secuencia de una de las primeras películas de Grifith. En la secuencia posterior, casi he levantado el sombrero por la planificación de otra escena, con una valla atravesando en diagonal la pantalla y dos parejas avanzando yendo a uno y otro lado -uno más bajo, otro elevado- de la misma, como un reflejo de la diferencia de clases.
- En esa visión de la presencia de la mujer en el primer cine danés, después de unos cuantos decorados, la deslumbrante visión -sin decorado construido, sino muy verdadero- de una chica en el pescante posterior de un tranvía, trayéndote a la memoria el "Amanecer" de Murnau o "La casa de la plaza Trubnaya", de Boris Barnet.
Por lo demás, en el coloquio, descubrir al Burch personaje. Ya inicialmente ha dicho que él estuvo muy interesado por cómo se decían las cosas en las películas, en su forma, mientras que llegado un momento dio un giro radical y pasó a interesarse casi íntegramente en qué se dice, en los contenidos.
Así, a una pregunta del público sobre qué cine contemporáneo veía, ha respondido cosas curiosas, como que sobre todo films de mujeres, los únicos interesantes que se hacen en Francia hoy en día, que detesta el inútil cine "del centro" y, en resumen, que sólo le gustan las "películas de quienes saben por qué las han hecho".

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