miércoles, 21 de marzo de 2018

Jules et Jim

La déscente du bonheur, luego imitada, cursi o tan toscamente como la ocasión en que Woody Allen se empeñó, para dar su impresión de ménage à trois, en "Vicky Cristina Barcelone".
Segundo día en los Cinemes Méliès del ciclo Truffaut, presentado por Carles Balagué. Anoche le tocaba el turno a "Jules et Jim" (1961), una película que, después de haberla mantenido en la cima, me había bajado unos cuantos enteros en las últimas ocasiones en que la había visto. Siendo sinceros, me había resultado alto impuesta su aspiración cultural y llegaba a no perdonarle ciertos excesos ambientadores en su vestuario. Por suerte en el pase en los Méliès me ha recuperado totalmente la (alta) consideración inicial que le tenía.
¿Qué cosas me han sorprendido en esta nueva visión (y van...)? Por un lado -y sobre todo- la aceleración impresionante de toda la historia, atropellándose unas cosas con otras sin respiro. Pero, sobre todo, cómo se ralentiza todo en la que debe ser la escena nodal de todo el film, ambientada en el entorno de la casa de la montaña, Jules habiendo cedido Catherine a su amigo Jim, para así conservarla a su lado.
Dejando a parte estas sensaciones generales, ya pequeñas cosas y curiosidades:
- Lo bien que están las frases de "Las dos inglesas y el continente" que Truffaut se trajo para aquí, posiblemente en un momento en que no tenía intención de hacer la adaptación cinematográfica de la otra novela de Henri-Pierre Roché. Una, dicha por Catherine, la sitúa para iniciar la película: Tu m’as dit “Je t’aime”, je t’ai dit “Attends”. J’allais dire “Prends-moi”, tu m’as dit “Va-t-en”. En competición feroz con la hermosa canción "Le tourbillon" en su intento de definir de una tirada la trama del film.
- Lo bien que suena el alemán de esa carta que Jules escribe a Catherine desde las trincheras.
- La constancia de Truffaut en hacer aparecer la torre Eiffel en sus películas parisinas. Ayer la vimos en "Antoine et Colette" y previamente la había rodeado hasta hacerla aparecer finalmente, triunfal, en los títulos de crédito de "Los 400 golpes".
- Su afición a las imágenes congeladas, apenas unos fotogramas, para recalcar una idea. Aquí la risa de Catherine, más tarde una vivencia a dos.
- El consejo que dice Jim le dio su profesor Albert Sorrel, tras sacarle de la cabeza lo de intentar ser diplomático: Que fuera curioso: “Ce n’est pas encore un métier. Voyagez, écrivez, traduisez…, apprenez à vivre partout. Commencez tout de suite. L’avenir est aux curieux de profession."
- Las utilizaciones de espejos para indicar algo profundo sobre el estado de las relaciones entre los personajes. (Exactamente como, discretamente, hizo en una escena fundamental de "Antoine et Colette")
- Que no sé si me dejo alguna previa, pero creo que es en esta película en la que Truffaut empieza algo tan querido y usado por él como es que un personaje, en primer plano, nos recite a viva voz -su cara en primer plano- lo que previamente ha escrito (o leído) en una carta .
- En enlace perfecto con su próxima "Fahrenheit 451". Òscar Werner (Jules), tras ver un noticiero en el que los nazis hacer una pira con libros, dice un preocupado "¡Si ahora empezamos a quemar libros..!" Justo lo que hará, pues es su trabajo, su personaje Sontag -bombero que hace arder libros- en esa película.
En fin. Hoy miércoles me sabe mal perderme, porque no podré ir, una nueva visión de "Las dos inglesas y el continente". Toda una joya y el consiguiente placer por el módico precio de 4 euros. Y el ciclo, una iniciativa que se merecería un éxito cinco veces superior al que está teniendo. ¡Si el Méliès, por unos días, con esta retrospectiva, está consiguiendo que Barcelona, aunque pálidamente, recuerde un poco a París!

Al igual que en una escena fundamental de "Antoine et Colette", esas miradas y'a nunca directas, sino a través de un espejo, entre Jim y Catherine, nos expresan claramente que su relación ha dejado atrás la fase de compenetración.

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