sábado, 10 de marzo de 2018

Dies Irae


Ahora que no se estila, ya sé que no se estila, porque todo es conmigo o contra mí, blanco o negro, sin ningún matiz entre ambos, ¡qué placer reencontrarte con una película como "Dies Irae" (Carl Th. Dreyer, 1943) que cuenta con las escenas precisas para que nos podamos identificar en mayor o menor medida con todos y cada uno de los personajes que aparecen en ella, por muy negativos que podamos considerarlos de buenas a primeras!

Para poder presentar la película con algo más que bellos recuerdos (como los de los exaltantes paseos por el campo de los amantes, apagados de golpe con una terrible premonición) la volví a ver, leí todo lo que encontré por casa sobre ella (la mayoría de comentarios, como suele suceder, basados en declaraciones del propio Dreyer), ordené todo ello... y hoy, al verla de nuevo en la sesión, he vuelto a admirarla, viendo que, como decía el realizador sobre la buena arquitectura, comparándola con las buenas películas, no se puede quitar de ella ningún detalle, porque tambalearía con ello toda la obra. Así de esenciales, producto de despojamiento tras despojamiento, son esos detalles.

Dreyer decía que "el ojo se deja llevar fácilmente por las líneas horizontales, por los movimientos horizontales de la cámara". Un placer dejarse llevar en todo momento, admirado, por esos travellings que, además, te conducen por ese mundo creado de oposiciones, sombras y zonas iluminadas, interiores opresivos y exteriores liberadores, vestidos negros y cuellos blancos, horizontales y verticales, además de referencias a la pintura flamenca del XVII, o todo un atrezzo que te ayuda a entender lo más profundo de la trama que se está desarrollando ante tus ojos.

Leí el texto que Henning Carlsen escribió para la necrológica de Dreyer a su muerte, el 1968. Lo compara con Bohr en el campo de la ciencia, o con un gran literato. ¿Qué cineasta sería considerado hoy en día una autoridad, respetada por todo el Universo, homologable a cualquier gran escritor, artista, científico, como fue en su día un Dreyer, respetado por todos? Me temo que ninguno.

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