Entre varios compromisos para la tarde de hoy me he decidido finalmente por mantener el que me ligaba al pase en la Filmoteca del documental "María Moliner. Tendiendo palabras" (Vicky Calavia, 2017), junto a gente que adoran al personaje.
Ha estado brillante en la presentación Carme Riera, valorando la faceta de Maria Moliner, más desconocida, de bibliotecaria y organizadora de bibliotecas, aplicando la regla de Ortega y Gasset de lo que quieras para ti hacerlo para todos, como también, por otra parte, su impresionante humildad (recordando en este caso a Teresa de Jesús, explicando que lo que escribía no tenía ningún mérito, pues sólo recogía al dictado). También, claro, su faceta de mujer, pues de otro modo no se entendería la dedicatoria "A mis hijos y a mi marido, por el tiempo que les robé".
El documental, que ejerce con sus entrevistas y planteamientos de aragonés, tiene el acierto estructural de agrupar los temas que trata como si fueran voces del diccionario. De hecho, hasta los entrevistados son presentados como voces: "Fulanita de tal. f. Filóloga." Empieza desarrollando muy bien todo el tema de su biografía (familia, infancia, juventud y su etapa con las bibliotecas, hasta el estallido de la guerra civil). Colocado al principio de este bloque, aunque ya corresponda a la etapa de su elaboración del diccionario, es el divertido recuerdo de su hija explicando cómo su padre volvía de trabajar y se pasaba alrededor de la mesa de la filóloga, observando por encima de su hombro sus papeles, para regresar con la conclusión: "¡Todavía está en la 'A'!"
Luego, a mi entender, cuando entra en el desarrollo de su diccionario y a partir de ahí a dar una valoración global del personaje, cae en el defecto de querer aprovechar lo grabado en las buenas entrevistas logradas, con personas muy bien escogidas, con lo que entra en una repetición de conceptos diría que excesiva, que reclamaría una poda... dolorosa, porque lo que se debería dejar fuera estaba muy bien dicho, pero hace entrar, de otro modo, en la reiteración.
El personaje es, en cualquier caso, fascinante. Todos sabemos más o menos de la heroicidad de esta "ama de casa" trabajando durante 15 años hasta publicar su famoso y tan alabado "Diccionario de uso del español". Menos teníamos idea de su labor como organizadora de bibliotecas por toda la geografía española. En una entrevista se nos explica que en 1936 la República puso en marcha 5500 bibliotecas... muchas de las cuales desaparecieron, quemados sus libros y ellas mismas, en la postguerra.
Pero en lo que se hace más hincapié es, qué duda cabe, en el diccionario, y las cosas que se dicen y lo que se lee de él me ha hecho apuntarlo como próximo auto regalo. Lo malo es la duda surgida viendo el documental y la discusión posterior en el coloquio: ¿Qué comprar: La edición inicial de Gredos (que sólo se encuentra en libreros de viejo) o la "actualizada" - y según algunos tergiversada- por RBA? Vicky Cavalía ha reconocido disputas entre los herederos por esta cuestión y, desgraciadamente, que el costo que representaría hace imposible que aparezca en el mercado una aplicación para tabletas y móviles a la que tanto partido se le podría sacar.
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