lunes, 5 de diciembre de 2016

Van Gogh

El retrato de la hija en la casa del Dr. Gachet.
Ayer en la Filmoteca, mi despedida a Maurice Pialat. 158 minutos llenos de intensidad, con momentos de belleza expléndidos y otros reflejo de una fatalidad que conocemos por varios lados. Llenazo, no sé si por Pialat o por “Van Gogh” (1991), el pintor. Las notas tomadas en la oscuridad que he logrado interpretar ahora:
- Aparición de Jacques Dutronc (¡quien le iba a decir que haría de Van Gogh el cantor de París a las cinco de la mañana!) bajando de un vagón de tercera clase, las manos en los bolsillos, en la estación de Auvers sur l’Oise.
- Van Gogh pasando sin mirar delante de un cuadro de Renoir, mientras que su dueño esperaba orgulloso su reacción.
- En medio de la más absoluta miseria, delante de su decrépita choza, padre alcohólico e hijo de pocas luces lanzan un brindis al pintor: “¡Prosperité!”
- Llegamos también al final de una comida, cuando sólo sobreviven los restos de champagne.
- Despedida en baile junto al río. Algo así como la “Partie de campagne” que intentó reproducir Bonello en la coloreada y llena de luces excursión de las pupilas en “L’Apollonide”.
- Una desfilada, antes del can-can en el local de Montmartre, a lo “Fort Apache” de John Ford.
http://www.vodkaster.com/extraits/massacre-fort-apache-grande-marche/931926

- Un inesperado puñetazo al médico.
- Las contradicciones entre una secuencia y la siguiente: “”J’ai faim” seguido del “C’est fini”
- La cría enamorada que pasa página.
Un Bonnard que recuerda a Rohmer.


Cierta melancolía, por el fin de mis sesiones Pialat.

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