viernes, 9 de diciembre de 2016

La gueule ouverte



El plano inicial, con Philippe esperando en la clínica.

Me había olvidado de que me quedaba por revisar “La gueule ouverte” (1974) en el ciclo Pialat de L’Alternativa para la Filmoteca, y cuando me di cuenta me dio un alegrón que se ha reproducido esta tarde con su visión, confirmando esa regla de que cada nueva visión de un Pialat te mejora la anterior.
Madre e hijo de regreso a casa, tras una comida disfrutada, aliviados por dejar la clínica.El va a levantarse y poner un disco que ambos escucharán emocionados.

Ya arranca la película con un plano sostenido (cosa entonces muy inusual) de Philippe -vamos a asignarle el papel de protagonista- en tediosa y proclive a la meditación espera en una clínica, donde su madre se está haciendo unas pruebas. Poco después él y su madre han comido juntos en casa, él se levanta de la mesa y pone un disco de una ópera de Mozart que ambos escuchan callados y emocionados, como rememorando momentos felices vividos.
El padre deja el cuidado de su mujer de tanto en tanto para hacer un vino en el bar de enfrente, regentado por ese matrimonio, que Pialat debió sacar... de un bar como ese.


Pero “La gueule ouverte” es, como señala la expresión del título, una película sobre la muerte. Narra la lenta agonía de la madre de Philippe y cómo afecta a los de su alrededor, motivo por el que, como era de suponer, fue un fracaso estrepitoso de taquilla. Por ello, un plano de Philippe ocioso en su cama lleva, en un raccord poco usual en Pialat, a otro plano tras elipsis en el que quien está tumbada en esa misma posición es su madre, y ya no está en su casa, sino en la clínica, de donde poco después va a pasar de nuevo, ya abandonada toda esperanza, a su casa.
El padre de Philippe también aprovecha las ocasiones que le ofrece el regentar la tienda de géneros de punto...

El proceso de agonía está ahí, pero subrayando una y otra vez, para felicidad del espectador, las características de todo el cine de Pialat: En una escena de las más tiernas por él filmada, Philippe está con su mujer Nathalie (Baye) en la cama… y ella le está insultando de lo lindo. El padre de Philippe combina el sufrimiento con alguna que otra alegría con las clientas de su modesto comercio pueblerino y aliviándolo todo a base de vino, al igual que Philippe –de tal palo, tal astilla- va pasando de una mujer a otra, sin despreciar a la propia. Quien parece totalmente despreocupado es finalmente el que se descubre más afectado por un desenlace que, inevitable, se hace esperar tanto que Maurice Pialat tiene más de una ocasión (esa mano de ella acariciando despacio el cubrecama, su sonora respiración de lo más dificultosa mientras se oye de fondo el tictac del reloj,…) para demostrarnos que, habiendo vivido personalmente alguna muerte, sabe realmente de qué va el proceso.
Philippe (Liotard) pasa el trago de la agonía de su madre mediante una frenética actividad sexual, incluso con su mujer (Nathalie Baye)

Dos travellings finales impresionantes: Uno muy suave y majestuoso bordeando lentamente la iglesia del pueblo del Pays Auvergnais al son de las campanas, haciéndonos partícipes de la presencia de la comunidad rural, que ha acudido a acompañar a la familia al funeral. A éste le sigue otra de las típicas sobremesas de Pialat (ésta especial en cuanto de funeral) y otro travelling mucho más vivaz, desde un coche alejándose de la población, como el final del “Innisfree” de J. L. Guerin, pero sin títulos de crédito, porque aún da tiempo para una coda: Unas luces que van apagándose en la tienda, al hacerse de noche.

Si alguien ha visto alguna de las entradas que he dedicado al ciclo Pialat habrá podido llegar a deducir que lo considero uno de esos ciclos imprescindibles, que justifica la existencia de la exhibición en una Filmoteca. Y es que ver todas las películas de Pialat agrupadas te permite apreciar las tramas entrecruzadas de casi todas ellas, dentro de una filmografía escrita con sangre, en el que el humor y la desolación van del brazo. Como debe ser.
La insoportable espera. En la casa de sus padres en el pueblo, papeles pintados, tienda en la planta baja.


Inicio del travelling del funeral, que luego hace una curva a la derecha, para descubrir a la familia inmediata.
Y el travelling de alejamiento del pueblo, como, años después, el de Innisfree.

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