“La emboscada” (“Zaseda”, Zivojin Pavlovic, 1969; que me pasé anoche al verla anunciada en Arte ya como “última oportunidad” para hacerlo) empieza y finaliza con el rostro de Stalin. Al principio es en un reportaje que ve con emoción su protagonista. Al final, su retrato preside un acto de homenaje.
Su visión sorprende. En 1969 Tito seguía vivo y en el poder. Es verdad que ya estaba muy distanciado no digamos del estalinismo, sino directamente del régimen soviético y, tras apoyar la primavera de Praga, ya preconizaba la colaboración entre los “países no alineados”, pero de eso a admitir una crítica demoledora sobre cómo se había llevado a cabo la revolución tras la guerra mundial, hay un buen trecho, y ese trecho lo recorre tranquilamente la película.
Ive es un estudiante de las Juventudes Comunistas que ha participado en los dos últimos años en la victoria en la guerra mundial. En un pueblo en el que hay frecuentes incursiones de los chetniks, le hacen participar en diferentes acciones y su idealista sentimiento hacia la revolución, viendo los desmanes que se producen, va menguando.
A parte de su tema, sorprende la soltura de Pavlovic rodando escenas corales, con mucha gente, planos generales en los que se produce una acción cercana y otra más lejana, en un continuo movimiento y cierto caos que corresponde muy bien con una época de turbulencias. Por ejemplo: cuando Ive se recuesta junto a la vaya del cementerio para besar a su novia, al otro lado del recinto vemos que unos uniformados fusilan a a unos hombres. Cabe decir que el desencanto de Ive con la revolución va parejo con la rotura de la inocencia de cómo van las cosas del amor.
Se puede ver, cosa que recomiendo para sentir lo vivas de las películas de esa época y circunstancias, en este enlace. La “última oportunidad” veo ahora que es hasta final de mes:
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