1. Un mundo rural florido.
2.- Con imágenes “naturalistas” que inicialmente resultan algo artificiales y edulcoradas.
3.- Pero con otras tan llamativas como ésta.
4.- Todo gira alrededor de la figura del rico del pueblo y su familia.
5.- En escenas como ésta, toda la fuerza del cinema soviético.
Ayer fui a la Filmoteca en busca de una escena con entusiasta proclama soviética y volví, en este sentido, de vacío. Por suerte di con una preciosa escena de desequilibrios, que también nos sirve.
Toda la película está localizada en el Valle de Riazán, en cuyos prados extienden sus mujeres, ataviadas con trajes regionales, los productos de sus trabajos textiles (tercera imagen). Ahí se va a desarrollar una sórdida historia, dando forma a un melodramón completo.
Lo más interesante de todo se encuentra en el reflejo de los trabajos y fiestas de sus gentes, de toda una comunidad rural de costumbres inamovibles y los encuadres paisajísticos que los realizadores obtienen.
La acción -el cuento- empieza poco antes de 1914 y el estallido de la guerra, que se lleva lejos a los mozos que acababan de emparejarse. La historia debe finalizar por 1921, con lo que ha pasado y se ha consolidado la revolución, aunque extrañamente no se menciona ni lo más mínimo. Sólo un plano por el final podría indicar la puesta en marcha de una institución social del nuevo régimen, pero no se dice nada explícitamente, y todo queda dicho, si es que esa pincelada supone decir algo, con una sutilidad de lo más sorprendente, nada habitual.
Una muestra de cine soviético que, superando su trama de melodrama desatado va ganando hasta convencer del todo por la fuerza de sus imágenes y realización. Algo, por lo visto por mí hasta ahora de ese cine, totalmente insólito.
6.- Mujeres ataviadas con el traje tradicional, también bien florido.
Con “la hija del pecado”, según las habladurías (extendidas por unos personajes casi grotescos, también típicas de un cine soviético en busca de erradicar los males crónicos del campesinado, pero aquí sin ningún exceso.
Estampas corales de gran belleza. Quizás esta escena esté hablando de la colectivización de la tierra y yo, despistado entreteniéndome con alguna variación al piano en directo que suele acompañar las películas del cine silente en la Filmoteca (ayer muy bien, por cierto, sin estridencias), no lo haya captado.
O esta escena, más que la celebración de la fiesta patronal a lo mejor es algo colectivo laico…
Y el inicio de la escena de desequilibrios preseleccionada.
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