domingo, 3 de diciembre de 2017

Stella

Stella, un auténtico hallazgo de casting infantil.
Anda disponible por Filmin "Stella", una película de Sylvie Verheyde de 2008 de la que no había oído hablar, pero que por un malentendido sobre su realizadora me dio buenas vibraciones y vi con satisfacción anoche.
Tras una presentación de una estética horrible (una niña vestida de rosa reluciente bailando) que está a punto de hacerte dar por finalizada su visión, la cosa cambia abruptamente, para bien, por completo. Sigue entonces, conducido por la voz en of de la niña, viendo nosotros todo a partir de su interiorizado punto de vista, su apasionante curso escolar como nueva alumna en el Lycée La Fontaine. Un colegio nuevo para ella y además de niñas de una diferente clase social, pues Stella, la protagonista, es hija de los propietarios y gerentes de un animado bar de barrio, muy frecuentado por gente decididamente bajos fondos.
Con su padre (Benjamín Biolay) y sus amigotes, en una tumba en el bar familiar.
Stella se confiesa consciente de su ignorancia en muchas materias, como demuestran sus horribles resultados escolares, pero no duda en mentir sobre su conocimiento, por ejemplo, de un escritor, porque -según dice- es mejor mentir que decir tres veces seguidas que no se conoce ni esto ni aquello ni lo de más allá.
Hay un momento de inflexión en la película, muy bien resuelto con la secuencia de la visita a una librería en la que compra su primer libro. Una escena que Sylvie Verheyde filma como si se tratase de un pequeño robo en vez de una compra formal. A partir de ahí, empieza a leer a Balzac, a la Duras, y a admirar a ciertos cantantes, de los que una nueva amiga le deja discos, aunque ve que esas lecturas y audiciones, que le van muy bien personalmente, no le ayudan en sus notas en la escuela. Pero algo va cambiando en ella y de niña independiente dejada ir por su familia (entre las timbas y fiestas medio patibularias en el bar de su familia, por las que deambula normalmente Stella, distinguimos que el que hace de padre, por cierto, es el cantante Benjamín Biolay) pasa a adolescente con su marcada personalidad, su primera fiesta con música lenta italiana, su primer enamoramiento y otros líos propios de la edad.
Con otro parroquiano del bar paterno. Ella trata y traba amistad con todos, enfrentándose solitaria hasta con los peligros que comporta alguno de ellos.
Está ambientada -me digo- en la época en la que su realizadora (que firma también el guión) debía tener una edad aproximada a la de la niña. Personal y peculiar film de formación, pues. Que no deja mal sabor de boca.
Una primera salida, negativa.

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