lunes, 4 de diciembre de 2017

Carles Santos


Pues que ha muerto Carles Santos y me sabe muy mal. Una línea de actuación la suya que, partiendo del piano clásico (estudió en el Conservatori del Liceo), tuvo todo un recorrido por la música contemporánea primero, por todo el mundo de la vanguardia después. Con su etapa conceptual, en el “Grup de Treball”, volviendo luego con fuerza al piano y, de allí, a diferentes formas de relación entre el teatro y la música. Pero lo más importante es que era un tipo simpático, inteligente, reñido siempre con todo lo que considerase un tostón.
En el cine de Portabella Carles Santos era mucho más que el responsable de la música. Portabella hablaba de él diciendo que lo era de todo lo que vehiculaba el sonido, pero también era uno de sus bastiones en sus guiones y en todo tipo de ideas.
Tiene una filmografía propia, que debería repescarse, porque muestra bastante de su mundo al tiempo que contiene siempre alguna idea genial, que muchas veces deriva en la carcajada del espectador atento.
Unos cuantos hitos inolvidables:
- Al principio de la década de los 80, cuando volvió al piano, su bajada por las Ramblas tocando un piano de cola con una bailarina de lo más sensual en lucha amorosa con él. Algo parecido se reprodujo (hay una grabación por internet) en 2009, bajo los auspicios del Arts Santa Mónica dirigido por Vicent Altaió.
- En “La Fábrica”, un fugaz local de la calle Perill, en Gracia, tocando “Bujaraloz by night” mientras Cesc Gelabert lo acompaña bailando endiabladamente.
- Pasar por los Monegros y escuchar a todo volumen el “Bujaraloz by night”
- En la Plaça de la Cucurulla, una performance de años de actividad y creación a tope. És es uno de los músicos que, colocados en los balcones de las casas que dan a ese cruce, tocan sus respectivos instrumentos.
- Un piano dejado caer desde el aire al mar.
- Él desgañitándose, cantando su “Tocaticotocatá” con la profundidad de un cantante de canto jondo.
- Ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos, en el Estadio Olímpico. Viste a su “cobla” con traje que habría agradado a Dalí, coronado con una barretina. Ensordecen al auditorio. Parece que en vez de tenoras, toquen los legionarios romanos anunciando la llegada de César.
- Una paella casera en su piso de Vinaroz, con calamares pescados la víspera con su “Sargantaneta”.
Son todo recuerdos antiguos, porque no había visto muchos de sus espectáculos y, cuando iba, no me atrevía a pasar a molestarlo. Pero creo que llegamos a congeniar, simplemente hablando normalmente, sin imposturas, cómplices en lo de valorar las cosas buenas de la vida.


 

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