viernes, 15 de diciembre de 2017

La femme douce


Después de mucho tiempo, he vuelto a ver "La femme douce" (Robert Bresson, 1969). La escena choque inicial, la que inevitablemente se recuerda, por su fuerza, pero también por la dulzura de ese chal danzando suavemente por el aire, abre paso -tras un "¿Tu te acuerdas?" y la correspondiente respuesta ("Oui!")- al primero de los flashback que van punteando toda la estructura del film, en un continuo ida y vuelta hasta cerrar el relato completo.
Historia de una relación imposible entre un hombre calculador, que lo planifica todo, y una Dominique Sanda, descubierta para la ocasión y para el cine por Bresson, que deja fluir de otra forma bien diferente la vida. Bresson se basó en un relato de Dostoyevski, con el que continuó en su película siguiente, la también difícil de ver "Cuatro noches de un soñador" (1971).
Reproduciendo unas escenas del "Benjamín" de Deville (que la pareja va a ver a un cine donde se inicia una posible relación promiscua de ella), con escenas de coches en atascos que podrían estar en una película de Tati, la película va mostrando un París fragmentado pero muy centrado y plausible: Lipp, La Hune, Les Deus Magots,etc, mientras que, de forma casi matemática, Bresson va repitiendo ciertos encuadres de lugares con los que, gracias a que los ha cartografiado previamente, nos permite situar y seguir el relato.
En un momento de la narración fuente del recortado pero a la vez continuo flashback, él dictamina un positivo "Nuestra desigualdad nos placía" que la imagen nos pone en duda: Mientras ella escucha música o lee un libro, él se esfuerza por sacar un crucigrama. Previamente Bresson se ha cuidado también de mostrar por separado a la pareja, o distanciados por algún tipo de obstáculo físico, que reproducen otros obstáculos de otro tipo que existen y que sólo se querrían aniquilar cuando ya nada es posible.
Maravilla ver cómo Bresson acaba, bruscamente, la película. Lo hace con una imagen y un sonido repetitivo, insidioso, de una tuerca que va siendo atornillada de forma continua. Una imagen y un sonido que seguro el narrador revivirá continuamente en su cabeza y con el que los espectadores nos podemos ir también a casa.
Viendo hoy de nuevo "Une femme douce" te das cuenta de la singularidad del estilo, las formas de Bresson, la de imitadores que ha tenido y los pocos que salen, como él, airosos en el embate.

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