martes, 26 de diciembre de 2017

Columbus





El jardín de la Miller House, de Eero Saarinen.

Por Youtube pueden verse unas piezas perfectas de Kogonada analizando los films de Hitchcock, Kubrick, Ozu o el neorrealismo italiano que han circulado con profusión y una general admiración. Ahora Kogonada estrena por aquí (Cinemes Girona y Melies) su primer largometraje, "Columbus" (2017), y ya tenemos otro film seguro para un ciclo futuro de los que Arquia presenta anualmente en la Filmoteca.

Jugando con la profundidad de campo. Siempre personas que cruzan a diferentes niveles en interiores y exteriores.
Porque es "Columbus" una película que narra una inversión de caracteres, pero que, aparte de esa simetría argumental, destaca sobre todo por sus simetrías y encuadres y, entre ellos, los correspondientes a varios de los edificios que atesora la ciudad de Columbus (Indiana), donde tiene lugar la acción.

La iglesia de Eriel Saarinen, "no simétrica, pero aún así equilibrada".
Hay otras virtuosas utilizaciones del lenguaje cinematográfico en la película, como la de esa valla que separa inicialmente, durante un largo travelling, a la pareja que acaba de conocerse. O ese no oír de su viva voz lo que emociona a Casandra, la protagonista. O esa transparencia de uno de los modernos edificios mostrados que llega a hacerle daño a ella, pues es a través de ella que descubre algo de lo que no quería enterarse. Pero, puestos a quedarme con alguna de sus virtuosidades, quizás me quedaría con la utilización de la profundidad de campo, con esos personajes que cruzan al fondo del callejón, a la manera habitual en los films de Ozu, o por los diferentes niveles de un interior, dando lugar a unos planos estéticamente perfectos, aunque quizás más pendientes de ese objetivo que de su misma funcionalidad.

Los protagonistas delante del City Hall de S.O.M.
En general los encuadres de la película, como comentan que caracteriza a la iglesia de Saarinen padre, no son simétricos, pero aún así son de lo más equilibrados, lo que por sí sólo ya haría recomendable su visión, porque lo que se puede ver por los cines no ofrece habitualmente esa recompensa.

En una visita guiada por la Miller's House, se detienen a ver una mesa.
Y luego está el recorrido por los magníficos edificios de la ciudad, con los de Eero Saarinen a la cabeza, lo que acaba de justificar sobremanera la sesión. Una sesión que, como único pero, encuentro en ocasiones algo reiterativa y que quizás haya sacralizado excesivamente la arquitectura moderna y su poder terapéutico. Pero vaya.
Ante el Irvin Unión Bank, de Eero Saarinen. Como señalan: la transparencia frente a los grandes muros y cajeros tras barrotes.

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