Ciertas cosas siguen igual: Historias de parejas –no siempre compuestas de la misma forma- que discuten sus por momentos difíciles relaciones, que muestran sus profundos celos, atracciones y dejaciones; gente y sobre todo chicas jóvenes, que se mueven mostrando su singularidad; críos muy pequeños que no se acoquinan ante las cámaras; diálogos que llenan la banda sonora, en ocasiones haciéndosete de difícil comprensión, por lo rebuscados e indirectos, y de difícil deducción si van por la senda de la broma e ironía o de la inmediata desesperación.
Otras han cambiado irremisiblemente. Ya no se filma a sí mismo ni a sus mujeres, sino a la generación de su hija, Lou Doillon, aquí ella misma la protagonista absoluta, recordando mucho, eso sí, a su madre, Jane Birkin. Sigue encuadrando bien sus planos, pero no es la perfección de sus primeras películas, que gozaban de trávellings y cámaras bien asentadas. El soporte de celuloide pasó a mejor vida, y el digital, junto a la cámara en mano, hace sacar la conclusión de que nos hallamos ante una producción modesta en medios, mucho más directa, no tan planificada como las de entonces, aunque eso sea únicamente apariencia.
Hoy he visto –la pasaron ayer por TV5Monde- “Un enfant de toi” (Jacques Doillon, 2012). Larguísima (136 minutos), presentada en cuatro capítulos que narran las dudas de Lou (Aya en la ficción) entre el padre de su hija y su amante actual. Dispersa y difícil inicialmente, va envolviéndote a medida que vas entrando en su dinámico, muy movido juego. Y, al menos para mí, siempre es un placer dar de nuevo con viejos conocidos.
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