Estoy más o menos acostumbrado a saltarme los anuncios de todos lados. Pero en Facebook ponen últimamente en una columna que suele pasarme desapercibida esta fotografía, y se me va la vista hacia ella. Es un anuncio de las impresionantes –y fáciles de usar, dice- utilidades de un programa que te quita de la playa (bueno: de la imagen de la playa) a ese moscón que, ahí instalado, pondría en duda lo paradisíaco del lugar cuando la que aparece como modelo enseñara la foto a sus amistades.
Con procedimientos como éste anunciándose impunemente, ya habría más que suficiente para sospechar que una fotografía no tiene por qué ser de forma invariable un buen reflejo de “la realidad” y, sin embargo, cada vez que aparece una en una película, el peligro de que una fotografía sea enarbolada tal cual como “la realidad” está siempre ahí.
Sin meternos en muchas honduras, el tema de la fotografía vs la realidad saldrá un poco en unos cuantos de los ejemplos del “Ombres Mestres” que presentaremos en próximo martes 28, dedicado a “Fotos y álbumes de fotos” que aparecen por las películas de los grandes directores de cine.
No siempre una fotografía ha de ser simplemente (o no tan simplemente) evocadora del pasado, aunque en este apartado es verdad que hemos recopilado los ejemplos más emocionantes.
Si alguien estuviera interesado en el tema y quisiera y pudiese venir, en este enlace encontraría todos los datos prácticos para el acceso.
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