Me suele molestar bastante cuando leo a uno que habla de las dos películas que acaba de ver comparándolas sólo por el simple hecho de haberlas visto una tras la otra, pero lo voy a hacer con dos españolas que han pasado en días sucesivos por la 2, ninguna maravillosa, una, a mi entender, bastante mejor que la otra, las dos de gran interés sociológico sobre los años en que fueron rodadas. La primera es "La niña de luto" (Manuel Summers, 1964). La segunda "Vecinos" (Alberto Bermejo, 1981).
Sus dos realizadores estudiaron en la EOC, y fueron en sus momentos respectivos considerados representativos del cine joven que surgía. Tienen ambas, como primer protagonista, más que a los personajes representados por sus actores principales, al ambiente en el que viven: la ciudad provinciana andaluza, atenazada por unas costumbres represoras en la de Summers; los nuevos edificios de las afueras de Madrid a donde se ven obligados a ir a vivir las jóvenes parejas, simulando una libertad de costumbres que en realidad no tienen interiorizada, en la de Bermejo.
Ambos aún con pelo en sus cabezas sus dos protagonistas masculinos: Alfredo Landa y un penoso Antonio Resines protagonista de escenas (una borracho, sobre todo) vergonzantemente malas. Ellas María José Alfonso y Assumpta Serna (simplemente Assumpta en los títulos de crédito), ambas en un papel de sometimiento, adorablemente dispuesta esta última a contentar al cafre de su marido.
Con personajes secundarios también muy significativos las dos. En la de Summers, a parte de alguno surgido directamente de sus dibujos, como ese palurdo que ha entrenado a su perro a saltar para sacarle la gorra, toda una familia de sacrificada gente vestida de negro. En "Vecinos" la retahíla de amigos generacionales de la peña, con un impresentable Carlos Boyero haciendo de sí mismo, o apariciones en cameo de gente como Felipe Vega.
Por un quíteme allá está película facha se ha criticado últimamente un montón el inacabable ciclo "Historia de nuestro cine" de esta cadena. A mí ya me va bien que no se acabe nunca. Para bien o para mal, con películas buenas, malas y hasta horribles, está realmente dando elementos para conocer bien la historia del cine español, pero también, simplemente, nuestra historia.
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