miércoles, 27 de abril de 2016

L'ombre des femmes


¿Puede la facilidad de comprensión de una película perjudicar la valoración que hagamos de ella? Ya sé que la respuesta lógica y categórica debería ser que no, que nunca, que al revés, pero… Me explico, aunque sea echarme piedras a mí mismo.
Para ser sincero, pese a que siempre me he sentido muy atraído por ellas, nunca he acabado de entender del todo las películas de Philippe Garrel. Puede haber ayudado el que muchas las haya visto en francés a palo seco, sin subtítulos, y en malas condiciones. Siempre me ha gustado ver en ellas a gente joven paseando por las calles de la ciudad como almas en pena, o hablando circulando por ellas, o en un café. También he admirado ese sufrimiento visceral por alguna pérdida de alguien, o de algún que otro amor apasionado. Pero siempre he notado la presencia de algo más, que no acababa de poder verbalizar, y eso mismo creo (ya sé que puede sonar ridículo) que me hacía otorgarles una alta valoración. Quizás sea eso de suponer inteligente lo que no se entiende del todo, por pensar que te supera. De hecho, hoy mismo he tenido dificultades para explicarle a un amigo no muy versado en esto del cine cómo eran las películas de Philippe Garrel. Le he empezado a decir eso de que en ellas se pasea mucho por la ciudad, hablando, que aparece gente y sobre todo mujeres guapísimas, que todos sufren mucho por conflictos sentimentales, cosas así.
En “L’ombre des femmes” (2015), que hoy han proyectado en el Festival d’A, la historia vuelve a estar centrada en gente mucho más joven que el realizador (que ya va camino de la setentena). En ella también se capta (en unas imágenes en blanco y negro impresionantemente bellas) a sus protagonistas caminando por las calles de París, saliendo del metro, etc., o a unas pocas actrices –cada una en su estilo- muy atractivas (a mí me ha llegado especialmente Clotilde Courau), historias sentimentales fuertes, etc. Pero todo se entiende con una claridad meridiana, y la perfección de la narración, magníficamente engarzada, explicada y concluida, ha llegado, mira por dónde, a banalizarme un poco lo que en definitiva se cuenta en el film.
No había visto otras películas de Garrel en que la voz en off del narrador, como en ésta, vaya explicando las situaciones sentimentales a las que se afrontan los protagonistas. Tampoco recuerdo demasiados personajes de otras generaciones en las tramas anteriores, ni historias paralelas como la de ese ex-miembro de la resistencia, que se llega a cerrar por completo. A mí eso de este tipo de voz en off (que recuerda un montón a la del Truffaut de “Jules et Jim”) me suele gustar mucho, al igual que todas esas historias paralelas si se muestran bien construidas. Pero aquí, sin hacerme dejar de decir que es una película que me gusta, en relación con las otras de Garrel todo eso me desconcierta un poco. Aventuro que algo tendrá que ver la sombra de Jean-Claude Carrière, que veo fue uno de sus guionistas. Incluso –y eso ya me ha llegado a asustar- he leído el nombre de Claude Lelouch entre los agradecimientos...

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