sábado, 16 de abril de 2016

El mundo sigue

Acabo de volver a ver "El mundo sigue" (Fernando Fernán Gómez, 1963) y, más allá del "¡Dios, Dios, Dios!" de Agustín González en la escena de la foto, que es la que siempre he recordado con facilidad, me he fijado en cómo un par de otras escenas le acercan a dos momentos felices de grandes directores contemporáneos suyos.
Una es la que delata que la obsesión de Faustino por el juego y el dinero le ha llevado más allá de la razón, y cuenta papeles de periódico como si se trataran de billetes. Algo así como el zigzag del protagonista de "Él" (Luis Buñuel, 1953) delata que pese a todo la locura sigue ahí.
En la otra, la musiquilla de la radio del coche americano sirve de contrapunto sarcástico al terrible drama, a la tragedia, de la misma forma que ese twist que bailan las suecas en esa motora del puerto de Palma de Mallorca en "El Verdugo" (Luis García Berlanga, 1963) sirve de brutal contrapunto al desesperado momento final del film.
Por lo demás, su primera escena deja a las claras que Fernando Fernán Gómez, lejos de tanta tergiversación tan común en el cine de la época, quería mostrar la vida de un barrio popular tal como era. Va acompasando la penosa ascensión del personaje de Milagros Leal por la empinada e inacabable escalera de su casa (foto del primer comentario) con la evolución de las acciones de desmontaje del mercadillo a donde ha ido a comprar. Pocas veces se ve un afán documental de tal nivel.

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