Uno expresa que admite los sonidos naturales, pero no los que surgen de instrumentos creados por humanos. Otro, más "liberal" en este sentido (aunque es el que ha llevado la voz cantante, casi de autoridad religiosa), admite la música, pero sin voces femeninas. Parece que vuelve a las razones de cuando se habló de la posibilidad de un espacio público en el que las mujeres no tuvieran que ir con velo: podrían excitar a los hombres (científicamente -comenta- mucho más rápidamente excitables que las mujeres). Mejor seguir protegiendo de esa forma a los habitantes, y esperar a que el autocontrol del que habla el defensor de la sociedad secular (el propio realizador del film) se haya expandido por la sociedad, y que ésta esté preparada...
Reflexiones de este tipo son las que aparecen en "Iraní" (Mehran Tamadon, 2014), una película realizada, no obstante, bajo pabellón francés. En ella Tamadon, exiliado en París, nos explica sus esfuerzos para lograr discutir abiertamente con partidarios de la República Islámica de Irán, y presenta las grabaciones de la reunión en su casa de campo varios días con cuatro familias (apenas se ven a las mujeres, confinadas fuera de las zonas comunes, a tareas secundarias) de los que al final han admitido participar en la propuesta.
No es la alegría de la huerta precisamente. Es más: quizás los momentos que más me han dolido han sido los llenos de risas, en el juego dialéctico de alguno de estos hombres religiosos, dignos de los más sibilinos predicadores del poder retrógrado, haciéndose pasar por tolerantes, de nuestra postguerra. Pero yo la recomendaría a quienes quieren conocer un poco más de cerca con qué pared han de luchar los iraníes que quieren obtener una sociedad que no sienta continuamente en su cabeza esa losa de los preceptos religiosos más carcas.
Miguel Martín Maestro avisó hace poco que estaba visible en Filmin, y la recomendó. Secundo su recomendación, pues, para quien pueda estar interesado.
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