Esperado ciclo Jean Epstein en la Filmoteca con –a juzgar con el lleno de hoy- buena respuesta del respetable. No estaba claro que fuera así, pese a que se ha tratado de una proyección con acompañamiento musical. Quizás ha llegado eso de que, si de alguien aprendió Luis Buñuel a hacer cine, fue de Epstein, y que por aquí sus obras siguen siendo bastante desconocidas.
“L’auberge rouge” (1923) está basado en una obra de Balzac, pero podría parecer basado, así mismo, en cuentos de escritores como Villiers o el mismo Poe, del que Epstein adaptó (en un solo film) “El hundimiento de la casa Usher” y “El retrato oval”, porque si algo destaca especialmente es el ambiente fantástico que logra con pocos elementos, hoy abrigados y completados con la interpretación al piano del maestro Josep Maria Baldomà, quien no ha dudado en hacer uso directamente de las propias cuerdas del instrumento en los momentos más desasosegantes . Su núcleo es una narración “para poner los pelos de punta” que cuenta un comensal. Con climax final ya no en lo narrado, sino en la misma casa noble en que tiene lugar la cena y el relato de sobremesa. El engarce entre las dos historias es perfecto, y todo se sigue muy bien, de cerca, integrado por completo el espectador.
Posiblemente esta integración con el relato se obtiene por aquello que hace el film, más allá de su perfecta, redonda historia, especial, gracias a Epstein. Ya la primera imagen de toda la película es un primer plano de una cara entre brumas. Durante el relato de sobremesa nos va mostrando primeros planos de las reacciones de los diferentes comensales, como en la representación de la truculenta historia del albergue pasa otro tanto, con insertos de primeros planos evidenciando los deseos y pensamientos de los afectados por la profecía de esa echadora de cartas, o por la deslumbrante exhibición de quien está llamado a ser notoria víctima.
Hay más. Llueve, y se ha formado un barro que hace penosos los trayectos. Epstein tira otro plano corto de la dificultad de los caballos en circular por el campo enfangado. Más tarde vemos que replica el plano, para hacer evidente la penosa fatalidad. Los cascos de caballo son sustituidos esta vez por los pies de la hija del posadero, que no podrá evitar la tragedia.
La vuelven a hacer el sábado por la noche. No está nada mal para ver y apreciar un Epstein temprano…
No hay comentarios:
Publicar un comentario