Con motivo del Festival Docs Barcelona ha surgido una (mínima) discusión sobre el contenido propio de un festival como ese. Si se tratase de un In-Edit, el festival de cine documental musical, podría quizás llegar a admitirse que la validez de una u otra sesión fuera en función del fenómeno musical sobre el que versara. Tratándose, en cambio, de un festival de cine documental ‘tout court’, parecería que las películas debieran tener algo más desde el punto de vista cinematográfico que la originalidad o atractivo de su tema o, si se quiere, servirlo desde un análisis profundo de la forma con la que hacer ver lo documentado.
“Teatro de guerra” (Lola Arias, 2018, ahora por Movistar), no formaba parte del festival, pero podría haber ejemplificado muy bien lo que quiero decir. El punto de partida ya es de por sí fuerte. Tres ex-soldados británicos y tres argentinos, ahora, expresándose, dándole vueltas, cada uno desde su punto de vista, a la guerra de las Fackland/Malvinas. Poca cosa más traumática contemporáneamente para los argentinos, pero, según apreciamos en el film, también para los británicos excombatientes.
A este respecto, resulta entre otros revelador ese soldado que explica el hambre atroz que pasaban, por lo que se dirigían a atacar las trincheras argentinas, sabiendo que allí tenían latas de corn beef. Apartaban a los fallecidos, cogían las latas que escondían y las devoraban en un santiamén. Lo más significativo, su confesión de que en su vida ha querido volver a comer corn beef, porque lo tiene asociado a las muertes que él mismo provocó para hacerse con ellas. Diciendo cómo traducen el contenido de las latas los subtítulos todo queda más gráfico: picadillo de carne.
Prácticamente todo está rodado en una especie de plató de fotógrafo. Unos y otros comentan entre sí sus recuerdos, sus conocimientos, representan acciones, hasta tocan una pieza de rock con una canción reveladora. Todo un procedimiento que provoca una enorme extrañeza... que se traspasa a los hechos vividos: ¿Cómo se llegó a una barbaridad de ese tipo?
Podría ser perfectamente una pieza de teatro (y, de hecho, ahora veo que Lola Arias es, en realidad, una mujer de teatro, y que partió de una obra previa suya, “Campo minado”, para establecer el film) pero, de repente, aparecen imágenes “reales” de las islas, como una panorámica en un solitario y ventoso paisaje mientras, en la banda sonora, alguien nos va explicando cuáles eran las posiciones, qué movimientos efectuaron.
En otro momento, una escena capta una supuesta conversación de pub entre dos de los británicos, en la que hablan de lo pesado que se hace eso de la interpretación y se quejan de haber caído en la trampa de participar en un proyecto “sólo argentino”.
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