miércoles, 5 de junio de 2019

Récréations

El primer juego que capta la cámara de Claire Simon en el patio del colegio. Esas vallas preparadas para una jornada electoral pasan a marcar inmediatamente para esos niños alternativamente el espacio de una prisión, una peluquería o una cama.
Comprender desde el interior las historias que contiene. Éste propósito que ha señalado Claire Simon tras la proyección en la Filmoteca de “Récréations’ (1998) para ésta y las otras dos películas suyas sobre temas de educación que van a pasarse por la “Mostra de films de dones” yo diría que puede ser la clave de todas sus películas. O cuando menos de las películas suyas que he visto.
“Récréations” combina en su título dos de las posibles líneas de interpretación sobre su film. La del patio de recreo de una escuela de niños de tres a seis años (ese patio que hemos visto tantas veces en películas francesas, desde “Los 400 golpes” hasta, por ejemplo, “La belle personne”) y la de las representaciones de tantas cosas que suponen los juegos que tienen lugar en él.
Claire Simon capta ese reino de la libertad recuperada que es para los niños esa media hora de recreo. Así, de buenas a primeras, ver jugar, imitar roles, pegarse, correr o saltar a niños de esa edad, te dices que no puede ser un plato de buena digestión, pero resulta que, sí entras en el juego -y eso nunca mejor dicho-, te sorprendes de la cantidad de cosas que descubres.
La magnífica escena final del film. La niña de la derecha sufre un montón, porque no se atreve a dar el salto de ese banco, mientras una amiga se lo recrimina: ¡A tu edad..! Para saber si saldrá o no airosa de su empeño, emplazo a ver la película. Vale la pena.
En el coloquio Claire Simon ha explicado una cosa que me parece muy interesante. Le han preguntado cómo grabó el sonido, las voces, lo que dicen los niños en ese batiburrillo que es el patio. Ha contestado que, como consideraba que era imprescindible entender lo que decían para poder rodar la película, se pertrechó de un buen micro e iba todo el tiempo con auriculares. Llevó lo grabado a ARTE y le dijeron que no se entendía nada y que tal como había quedado, todos hablando a la vez, no se podía pasar por la televisión. Entonces Simon tomó una decisión muy arriesgada: todos los niños se doblarían.
Eso, que de verdad no he sido capaz de notar durante la proyección, aporta un matiz importante a la comprensión y significado de la película en su conjunto. Desde el momento en que los niños han admitido doblarse a sí mismos, evidentemente, todo lo que vemos pasa a ser una representación, un juego actoral, asumido por ellos.
Es un film que te hace entrar en todo un conjunto de reflexiones como ésta última, que no me parecen menores.
Octavi Martí, Claire Simon y Marta Nieto.


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