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Los tres amigos, al principio de los años 60, grupillo inseparable que se desahoga haciendo un cine que tenia al slapstick del cine mudo americano su modelo.
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Siguiendo una pista que ha resultado ser falsa, he visto esta mañana “Morir à trente anys” (Romain Goupil, 1982). Creo recordar que en su día no me apeteció ir a verla, pensando que se trataba de una muestra más de ese cine testimonial que surgió durante la masacre de la aparición del SIDA. Nada que ver, y nada más lejos de ese modelo.
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Primeras acciones políticas en el Lycée, poco antes del mayo del 1968.
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En blanco y negro, conducida por la voz en off del propio Goupil, la película se inicia apareciendo en ella, uno tras otro, los nombres de unas amigas suyas que se suicidaron en plena juventud. Tras presentar a cada una, comenta que a ella le está dedicado el film. Pero en realidad Romain Goupil a quien dedica enteramente su película es a su amigo Michel Recanati, también suicidado poco antes del rodaje, hecho del que aún no se ha repuesto.
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El suicida al que rememora la película.
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Entras en la Wikipedia francesa y ahí se puede encontrar un largo artículo dedicado a este chico que, en mayo del 68, integró a los jovencitos de los Lycée franceses en los debates políticos, en los combates en primera línea contra la policía, junto a los lideres que han quedado ligados a esos hechos. Ese de la inmersión política de los jóvenes en esa época es en realidad el obsesivo tema de la película. Goupil narra cómo desde los 14 años Michel, él y otro amigo formaron un grupo inseparable que vieron primero en el cine, que empezaron entonces a realizar, y casi enseguida en la política radical, su casi único mundo. Un mundo que se va haciendo amo omnipresente de sus vidas.
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Junto a Alain Krivine. |
Por el final, Goupil lee un escrito dejado por su -inicialmente discreto, siempre en segundo plano, luego en primera línea política- amigo. En él le confiesa lo que nunca ha confesado. Que ha sufrido toda su vida, sin darlo a conocer, mucho. Que ahora ve con amargura la dificultad que siempre tuvo para dejarse ir, para reír.
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Y en pleno sarao dialéctico durante el mayo francés. La película está llena de imágenes de todo tipo de estas y anteriores actividades políticas, hasta hacerte alcanzar un cierto hartazgo.
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