Anoche me quedé viendo en TV5Monde “Le nez dans le ruisseau” (Christophe Chevalier, 2012). La película es poca cosa: Un improbable viejo y refunfuñón profesor, especializado en Rousseau, conoce y traba amistad con un aún más improbable niño superdotado, que sin haber estudiado nada sobre él, enamorado de la naturaleza (a la sazón: la vegetación reflejada en las cristalinas aguas del vecino río), responde siempre con una filosofía de la vida como si fuera el mismísimo pensadorginebrino, al tiempo que tiene la virtud de hacerse cuestionar a los protagonistas del film su forma de vida.
Pero lo que me ha atrapado y mantenido ante la pantalla es que quien encarnaba al viejo profesor era nada menos que Samy Frey.
El dandy, el atractivo latin lover de tantas películas, ha pegado un salto de edad asombroso, y ahora se le ve renqueante, pasando como un alma en pena por la Universidad de Lausanne.
No sé qué nos está pasando, pero no preconiza nada bueno.
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