sábado, 10 de diciembre de 2016

Ditirambo vela por nosotros



"Tras ese ojo que nos acecha, alguien concibe sórdidas historias", se lee en la pantalla. La de "Ditirambo vela por nosotros" (Gonzalo Suárez, 1967), que por fin he podido revisar, no podría ahora ser conceptuada de sórdida, pero creo que en su día tampoco.

Es su película que más me ha recordado a sus escritos, devorados en su momento con pasión, como descubridores de una forma nueva, de un lenguaje nada impostado, que arrastraba por mundos fantásticos...existentes en éste.

En el mediomentraje (26 minutos), el mismo Gonzalo Suárez, actor a lo intrépido agente secreto, se levanta por la mañana, desayuna (con un pijama de rayas que yo diría que avanza al monstruo del pijama de rayas de "De cuerpo presente", un personaje que resume mucho de su esencia: lo fantástico surgido de lo más anodino, lo de cada día), se mira en el espejo del baño (es una película, también, de espejos, y de exploración del otro lado del espejo) y encuentra un artilugio en la tubería del lavabo por el que una voz femenina le susurra: "Estoy enamorada de Vd". Y ya vemos al personaje, gracias a una agitada cámara en mano, siguiendo tuberías para desentrañar el misterio. Un misterio mínimo con aires de cine negro al son de música de western.

Muestra de la Escuela de Barcelona más lanzada a encontrar lo específicamente cinematográfico, como sus relatos y novelas iban buscando escapar de los caminos trillados, encontrar la pulsión literaria perdida. Está llena de planos frontales, angulados, reflejos de cine negro,... y todo un conjunto de pequeños detalles que hoy nos acercan a una época en la que una serie de gente de cine, arquitectos, escritores, querían superar el muermo aplastante que lo sofocaba todo, abrir ventanas por las que surgían chorros de aire que, bien cogidos, podían, y de hecho así hicieron, alejar de tanta miseria y mediocridad ambiental. Por los títulos de crédito veo los nombres de Javier Maqua, Jos Oliver, su hermano Carlos, Juan Amorós,... La voz en off del protagonista narrador es la del narrador de "Lejos de los árboles", aparecen modelos muy rompedoras, años 60...

viernes, 9 de diciembre de 2016

La gueule ouverte



El plano inicial, con Philippe esperando en la clínica.

Me había olvidado de que me quedaba por revisar “La gueule ouverte” (1974) en el ciclo Pialat de L’Alternativa para la Filmoteca, y cuando me di cuenta me dio un alegrón que se ha reproducido esta tarde con su visión, confirmando esa regla de que cada nueva visión de un Pialat te mejora la anterior.
Madre e hijo de regreso a casa, tras una comida disfrutada, aliviados por dejar la clínica.El va a levantarse y poner un disco que ambos escucharán emocionados.

Ya arranca la película con un plano sostenido (cosa entonces muy inusual) de Philippe -vamos a asignarle el papel de protagonista- en tediosa y proclive a la meditación espera en una clínica, donde su madre se está haciendo unas pruebas. Poco después él y su madre han comido juntos en casa, él se levanta de la mesa y pone un disco de una ópera de Mozart que ambos escuchan callados y emocionados, como rememorando momentos felices vividos.
El padre deja el cuidado de su mujer de tanto en tanto para hacer un vino en el bar de enfrente, regentado por ese matrimonio, que Pialat debió sacar... de un bar como ese.


Pero “La gueule ouverte” es, como señala la expresión del título, una película sobre la muerte. Narra la lenta agonía de la madre de Philippe y cómo afecta a los de su alrededor, motivo por el que, como era de suponer, fue un fracaso estrepitoso de taquilla. Por ello, un plano de Philippe ocioso en su cama lleva, en un raccord poco usual en Pialat, a otro plano tras elipsis en el que quien está tumbada en esa misma posición es su madre, y ya no está en su casa, sino en la clínica, de donde poco después va a pasar de nuevo, ya abandonada toda esperanza, a su casa.
El padre de Philippe también aprovecha las ocasiones que le ofrece el regentar la tienda de géneros de punto...

El proceso de agonía está ahí, pero subrayando una y otra vez, para felicidad del espectador, las características de todo el cine de Pialat: En una escena de las más tiernas por él filmada, Philippe está con su mujer Nathalie (Baye) en la cama… y ella le está insultando de lo lindo. El padre de Philippe combina el sufrimiento con alguna que otra alegría con las clientas de su modesto comercio pueblerino y aliviándolo todo a base de vino, al igual que Philippe –de tal palo, tal astilla- va pasando de una mujer a otra, sin despreciar a la propia. Quien parece totalmente despreocupado es finalmente el que se descubre más afectado por un desenlace que, inevitable, se hace esperar tanto que Maurice Pialat tiene más de una ocasión (esa mano de ella acariciando despacio el cubrecama, su sonora respiración de lo más dificultosa mientras se oye de fondo el tictac del reloj,…) para demostrarnos que, habiendo vivido personalmente alguna muerte, sabe realmente de qué va el proceso.
Philippe (Liotard) pasa el trago de la agonía de su madre mediante una frenética actividad sexual, incluso con su mujer (Nathalie Baye)

Dos travellings finales impresionantes: Uno muy suave y majestuoso bordeando lentamente la iglesia del pueblo del Pays Auvergnais al son de las campanas, haciéndonos partícipes de la presencia de la comunidad rural, que ha acudido a acompañar a la familia al funeral. A éste le sigue otra de las típicas sobremesas de Pialat (ésta especial en cuanto de funeral) y otro travelling mucho más vivaz, desde un coche alejándose de la población, como el final del “Innisfree” de J. L. Guerin, pero sin títulos de crédito, porque aún da tiempo para una coda: Unas luces que van apagándose en la tienda, al hacerse de noche.

Si alguien ha visto alguna de las entradas que he dedicado al ciclo Pialat habrá podido llegar a deducir que lo considero uno de esos ciclos imprescindibles, que justifica la existencia de la exhibición en una Filmoteca. Y es que ver todas las películas de Pialat agrupadas te permite apreciar las tramas entrecruzadas de casi todas ellas, dentro de una filmografía escrita con sangre, en el que el humor y la desolación van del brazo. Como debe ser.
La insoportable espera. En la casa de sus padres en el pueblo, papeles pintados, tienda en la planta baja.


Inicio del travelling del funeral, que luego hace una curva a la derecha, para descubrir a la familia inmediata.
Y el travelling de alejamiento del pueblo, como, años después, el de Innisfree.

martes, 6 de diciembre de 2016

El ministerio de hierro


Acabo de darme un viaje por los ferrocarriles chinos. Como era de esperar, ha sido un viaje pesado, pero con momentos fascinantes.
El ruido ha acompañado todo el trayecto, aunque ha desaparecido artificialmente, sustituido por el sonido de una flauta al llegar a una fantasmagórica nueva ciudad, llena de rascacielos seriados. Como occidental no habituado a las costumbres del país se me ha hecho un poco duro ver cómo las fuentes de cada extremo del moderno vagón han quedado ocupadas por las sanguinolentas pieles de cordero que estaba acondicionando una mujer, cómo todos los espacios disponibles eran ocupados por unos campesinos que llevaban sus cosechas al mercado o, más tarde, lo saturado de gente durmiendo en los coches camas o por los pasillos de los vagones. También me ha sorprendido ver actuar a un vendedor ambulante, que recordaba a esos charlatanes que se plantaban frente al SEPU haciendo demostraciones de sus productos.

Con tanto tiempo por el medio, es natural que haya oído conversaciones de todo tipo por los pasillos, de esas que te acercan a los miedos e ideas de los del país, y que haya podido mirar por la ventanilla, comer algo o hasta echar alguna cabezadita.

Los billetes para el viaje dejarán de poder comprarse hoy a medianoche, porque acaba el plazo en que el festival L'Alternativa ofrecía ver vía Filmin unas cuántas de sus propuestas para el festival de este año. Y una era esta "El Ministerio de Hierro" (J. P. Sniadecki, 2014)

lunes, 5 de diciembre de 2016

Historia de una pasión


Una escena de “Historia de una pasión” (“A quiet passion”, Terence Davies, 2016), que por fin he ido a ver hoy, me ha hecho espabilar y acercarme por un momento a la película: Emily Dickinson está en el salón de la casa, que ha quedado atrapado por una luz crepuscular. La cámara la encuadra a ella frontalmente, para efectuar a continuación una oscilante panorámica de 360º que pasa por toda su familia, mientras se oye únicamente el ruido ritmado y sordo del secundero del reloj, que al poco tiempo canta estrepitosamente las horas. Hemos ido viendo en el recorrido que -todos callados- su hermana lee, su hermano dormita, su madre tiene la vista fija en no se sabe qué. Cuando llegamos de nuevo a tener a Emily frente a la cámara le notamos una mueca y gestos de desasosiego, quizás por el tiempo que se escurre. Me ha recordado el sonido constante del reloj en casa de mi abuela, que acentuaba el silencio que reinaba en ese piso de techos tan altos, quizá también alguna velada, siendo crío, junto a una chimenea, y toda otra serie de sensaciones por el estilo.
La escena tiene lugar por el principio de la película, aún con Emily interpretada por la joven Emma Bell, y justo antes de la elipsis de los retratos fotográficos que nos transportará a la poetisa ya interpretada por Cynthia Nixon.
Tras eso, llegarán una serie de escenas que, al menos a mí, me han hecho preguntarme el por qué de actores tan mayores (no sólo ella: también el que hace de su hermano) para acciones de unos personajes aún muy jóvenes, cosa que le otorga un aire algo patético a la cosa. Viendo como se desarrolla el resto de la función ya he visto finalmente que el patetismo no podía resultar en absoluto ajeno a la sesión.

Van Gogh

El retrato de la hija en la casa del Dr. Gachet.
Ayer en la Filmoteca, mi despedida a Maurice Pialat. 158 minutos llenos de intensidad, con momentos de belleza expléndidos y otros reflejo de una fatalidad que conocemos por varios lados. Llenazo, no sé si por Pialat o por “Van Gogh” (1991), el pintor. Las notas tomadas en la oscuridad que he logrado interpretar ahora:
- Aparición de Jacques Dutronc (¡quien le iba a decir que haría de Van Gogh el cantor de París a las cinco de la mañana!) bajando de un vagón de tercera clase, las manos en los bolsillos, en la estación de Auvers sur l’Oise.
- Van Gogh pasando sin mirar delante de un cuadro de Renoir, mientras que su dueño esperaba orgulloso su reacción.
- En medio de la más absoluta miseria, delante de su decrépita choza, padre alcohólico e hijo de pocas luces lanzan un brindis al pintor: “¡Prosperité!”
- Llegamos también al final de una comida, cuando sólo sobreviven los restos de champagne.
- Despedida en baile junto al río. Algo así como la “Partie de campagne” que intentó reproducir Bonello en la coloreada y llena de luces excursión de las pupilas en “L’Apollonide”.
- Una desfilada, antes del can-can en el local de Montmartre, a lo “Fort Apache” de John Ford.
http://www.vodkaster.com/extraits/massacre-fort-apache-grande-marche/931926

- Un inesperado puñetazo al médico.
- Las contradicciones entre una secuencia y la siguiente: “”J’ai faim” seguido del “C’est fini”
- La cría enamorada que pasa página.
Un Bonnard que recuerda a Rohmer.


Cierta melancolía, por el fin de mis sesiones Pialat.

sábado, 3 de diciembre de 2016

Le garçu

Gerard y Sylvie.

Que a estas alturas te lleves una sorpresa tan estupenda viendo la última película de Maurice Pialat, “Le Garçu”, que cierra la filmografía de este inimitable director de cine del que L’Arternativa y la Filmoteca han tenido la buena idea de ofrecer una retrospectiva, es de lo más emocionante y revitalizador.
Los desórdenes amorosos tras la separación.

Me dicen que no se estrenó en su día. No sé si fue por eso, el caso es que no la vi cuando tocaba. Yo creo que fue porque era una película con niño, y no fue recibida precisamente con halagos. Película extraña, llena de cambios, bastante desconcertante, en ocasiones con aspecto descuidado, como el de ese cine serie B que a toda velocidad, atropelladamente, se hacía en los 70 y 80 en Francia o Italia, sorprende de improviso con un plano muy cuidado, que rompe totalmente la estética anterior, y te ofrece un abrazo o miradas sentidas de la pareja, por ejemplo, transmitiéndote emoción y profundidad de las buenas.
Las visitas a ver al niño a la casa de su ex. O simplemente a ella, aunque luego termine siendo a él.

El documental sobre Pialat que se proyectó en el ciclo contenía una entrevista en la que el director respondía que no haría cine si tuviera el suficiente dinero para vivir bien. Puedes llegar a creerlo, pero entonces ves esta última película suya, en la que está concentrado todo, y te dices que es imposible. Que Maurice Pialat es (era) una de esas extrañas personas que hacía cine por necesidad, y que además tiene la delicadeza de hacerlo sin darle importancia, sin hacer notar demasiado que se está vaciando en cada cosa que aporta al film, y por si fuera poco haciéndote reir de lo lindo con ellas, viendo qué bien reflejan aspectos que, de una forma u otra, has vivido...
Hasta visitas a horas intempestivas llevando un regalo a Antoine.
Compuesta, como es costumbre en él, a base de escenas independientes, a veces con cortes bruscos entre ellas, que fuerzan al espectador a recomponer lo que ha podido pasar por el medio a los personajes, contiene, a modo de recapitulación, casi todo lo que caracteriza tan bien a sus películas anteriores. Aquí también tenemos esos momentos con altibajos entre las parejas, y a una situación explosiva que parece indicar que la relación ya se ha roto irremediablemente le sigue un enternecedor acercamiento que te deja tocado. Como también tenemos escenas a recordar riendo por lo que tienen de cosa vivida (diálogo nocturno sobre los ronquidos, por ejemplo), o el habitual repliegue al pueblo de la infancia, yendo en esta ocasión a visitar el personaje de Depardieu a su padre, que se está muriendo. Con una escena que saldrá por derecho propio en forma de pequeño relato de esos de La Charca Literaria, porque “casi lloré de emoción al ver esa escena en el cine”.
¡Ah! Y claro: Gerard Depardieu es el alter ego de Pialat, su mujer en la ficción se llama Sylvie (como la mujer de Pialat, aquí guionista), su hijo el pequeño Antoine (¡qué rápido pasa el tiempo!, dice Depardieu mirando y acariciando sus dibujos colgados en la nevera) es Antoine Pialat, hijo en la vida real de la pareja, y una mujer que aparece en el momento de desorden amoroso tras la separación está interpretada por Elisabeth Depardieu, mujer entonces del actor. Todo un totum revolutum. No creo equivocarme demasiado si digo que el pequeño restaurante de esa pareja “en el que se come bien” debe ser el regentado por ellos mismos y al que acudía frecuentemente Maurice Pialat en esa época. Porque habiendo pasado unos veinte años es imposible que siga igual, porque si no, ya tiene otro parroquiano.
La vuelven a pasar el miércoles 7 de diciembre.

miércoles, 30 de noviembre de 2016

Carbón



Un ufano alemán quiere sacar a bailar a una francesa.

No es tanto un film sobre la minería (que también, porque contiene todos sus clásicos elementos) como un alegato contra la guerra mediante la solidaridad entre los obreros de ambos lados de la frontera de dos países supuestamente enemigos. Hoy, en el Aula de Cinema de la Filmoteca era el día de “Carbón” (“Kamaradschaf”, Georg Wilhelm Pabst, 1931).
En la nave de las duchas, las ropas de los mineros permanecen colgadas en las alturas, en una imagen muy sorprendente.
Côté minas: Si se tratase de un film americano de la época serían más que razonables los temores ante una encerrona continua en un decorado pobretón haciendo de mina, todo barnizado por situaciones penosas y heroismo a mansalva. Pero se trata de un film de Pabst, y con un raro valor documental: el pueblo, las instalaciones mineras con esas típicas torres de los pozos, sus ascensores, unas naves para duchas, hasta alguna galería pueden pasar todos ellos por perfectamente reales. De esa forma, la pelicula permite entender el funcionamiento de una mina incluso mejor que accediendo a las instalaciones ahora visitables.... pero sin actividad alguna.
El pueblo minero.
Côté proclama internacionalista anti-guerra: El film se inicia con casi una reyerta entre tres alemanes que acuden a un baile de un pueblo francés fronterizo por un tonto malentendido. Más tarde, mineros alemanes voluntarios acuden como equipo de rescate auxiliar a echar una mano cuando hay un accidente en la mina francesa. Al final, ya pasado todo, un francés hace un discurso de agradecimiento y otro alemán el suyo, este último diciendo que no ha entendido nada del anterior, pero que está claro que ha debido decir lo que él también piensa: que por encima de lo que digan por ahí arriba, la mina francesa y la alemana forman una única mina, y todos los de uno y otro lado son ante todo mineros.
Madre e hija que ya perdieron a su marido/padre se consuelan ante el accidente que ha afectado a su hijo/ hermano ... y novio al que había abandonado por querer seguir siendo minero.
Unos pocos años después, al igual que hicieron en la contienda anterior (reflejada en la escena en la que el minero siniestrado cree estar viendo en el minero alemán que le viene a rescatar bien equipado al soldado alemán que entró con su careta antigás en su trinchera e iba con intención de matarlo) los obreros de uno y otro dado se dejaron arrastrar docilmente, y en muchos casos convencidos, a otra carnicería contra el vecino.
Tres alemanes cruzan la frontera por su cuenta por una antigua galería común, para ver si pueden sacar por ahí a los siniestrados.


martes, 29 de noviembre de 2016

Paula



No sé si lo de "Mamá Húngara" es correcto, pero los nombres de las otras dos productoras de "Paula" (Eugenio Canevari, 2015) son bastante explicativos de la película. "Primerísimo Primer Plano" es una de ellas, y aunque no sea ese el plano predominante, sí que hay en ella muchos en los que la cámara está tan cerca de algunos de los personajes que se impide la visión total, cortando a otros, dejando pensar en la existencia fuera de campo de quién no se ve. "El dedo en el ojo" es el nombre de la tercera productora, y esa cámara ahí situada, que va presentando asépticamente los ambientes en que se mueve la niñera Paula y las respuestas con las que va encontrándose cuando se le viene el mundo encima con un embarazo no deseado, está directamente emparentada con ese dedo acusador.

La Alternativa programó esta película, participante en el programa de "Cine en Construcción" de San Sebastián, en su festival de este año, y ahora aún se puede ver -hasta el 6 de diciembre- en Filmin. Pocas veces he visto últimamente tanto cuidado en la composición de cuadro como en esta "Paula". Dejando fuera de campo a personajes más fríos que un témpano de hielo en una conversación que debiera tranquilizar y ayudar a la protagonista, marcando la conversación de la pareja empleadora de Paula en primer plano mientras en el fondo se desmiente lo oído dejando clara la realidad, o hasta colocando magníficamente las nubes.

"Paula" entra a formar parte de ese último cine argentino (o brasileño) que explora esas grietas en las que se da el contacto de familias acomodadas con excluidos de otra clase social. Aunque una escena como la del adiestramiento del padre a su hijo en el manejo de la escopeta para sacrificar a su perro te hace ver que no es necesario ningún agente exterior para resquebrajar todo ese mundo que lo tendría todo para ser feliz.

Documentales de la Italia fascista sobre la guerra civil española

Una escena del documental, del que escasean las imágenes. Daniela Aronica contestó a un espectador que lamentablemente no se piensa ni se espera que los archivos alemanes lo divulguen públicamente, haciendo una edición de alcance público.
Pues sí: Aún pueden descubrirse muchas cosas inéditas sobre la guerra civil española. Esto quedó demostrado ayer –sobre todo en la vertiente imágenes- en la sesión especial (abrió un lunes, día siempre cerrado) de la Filmoteca, inaugurando el ciclo “Els documentals de la Itàlia feixista sobre la guerra civil espanyola” con la proyección del documental de 44 mínutos inédito “I legionari italiani in Catalogna” (1939).
Enumero cosas que me parecieron inéditas, rarísimas, del documental:
1.- Dejar claro que eso de que el ejército italiano apenas interviniera en la conquista de Cataluña era un error, cuando no una mentira.
2.- Imágenes (muy nítidas y con toda la impresión de reales) de la artillería italiana disparando ordenadamente obuses a un centro de mando republicano localizado en una masia del otro lado de la loma tras la que se apostan las piezas.
3.- Planos generales del frente como los anteriores no son los únicos. También hay varios, impagables, tomados desde aviones.
4.- Las entradas de las tropas victoriosas en diversas ciudades (Figueres, Girona, Barcelona y notoriamente Igualada –y no sólo la Rambla-).
4.- El montón de vehículos a motor y tartanas abandonados en la cuneta, dando idea del caos sobrevenido, en la frontera francesa.
4.- Un larguísimo y apabullante, (demoledor, como anuncio de todo lo que había de venir), desfile de la Victoria en la Diagonal de Barcelona, haciendo hincapié en la moderna aportación italiana a la contienda.
Hay otras escenas que muestran cosas que sí se han visto ya con mayor frecuencia (los desplazamientos de las tropas, las columnas de prisioneros, los destrozos causados en las ciudades conquistadas, etc), pero yo diría que nunca con la precisión de en este documento, en el que se ve el trabajo de reparación de puentes y comunicaciones o el paso por enclaves complicados con muy buen detalle.
Ayer en la mesa redonda de la sesión Javier Rodrigo, (profesor universitario estudioso de la cuestión, quien mencionó a "Dientes de leche", de Martínez de Pisón, poniendo a la torre sacrario del cementerio de Zaragoza, que iba a llegar al cielo, y luego apenas si se terminó de mala manera a la mitad de su altura, como metáfora de la presencia italiana en la guerra), Esteve Riambau ("El tema de la guerra civil visto por el cine se va revelando cada vez más complejo, menos maniqueo, a medida en que se van desvelando nuevos films y sus análisis") y Daniela Arónica..
El documental lo ha descubierto Daniela Arónica (comisaria del ciclo y de la exposición “Fu la Spagna! La mirada feixista sobre la guerra civil espanyola” que está abierta en el Museu d’Història de Catalunya) en los archivos alemanes. Fue el único rodado –con un cuidado y encuadres notorios- por los propios cámaras del cuerpo expedicionario. Como ha intentado aclarar en el coloquio posterior, cayó en una tierra de nadie: Por un lado a Franco le interesaba miniusvalorar la presencia italiana. Por otro, desde una Italia perdedora de la guerra mundial, esa era una cuestión más que incómoda. Todo eso hizo que documentales como éste (que todos coincidieron en que iba más bien dirigido hacia Alemania) quedaran semienterrados, y se siga creyendo la versión esa de que, después de la conquista de Santander, la notoria participación de los soldados italianos en la contienda se diluye.

La banda sonora –y eso no es nuevo-, junto al continuo ruido del trepidar de las piezas de artillería deja escapar, por voz del omnipresente y fervoroso locutor, cosas pomposas como el “legendario heroismo”, la “audaz mentalidad”, la “indómita vitalidad” o el “esfuerzo titánico” de las tropas italianas.
De martes a jueves, más documentales fascistas sobre la guerra civil española, hasta completar todos los rodados.

sábado, 26 de noviembre de 2016

Cultura Film: Filmar un espacio interior

La carátula del número temático de "Cultura Film (Revista Filmada)"
En el atractivo clip de presentación una cabeza femenina se recorta ante el balcón que da al interior de una manzana del Ensanche. Es el segundo número especial temático de Cultura Film (Revista Filmada), "Filmar un espacio interior", que esta tarde, bajo los auspicios del mismo CCCB que acoge el Xcèntric, se presentaba en su auditorio.
Iba yo con bastante miedo de encontrarme con una sesión de films muy decantados hacia el cine experimental con tendencia, digamos, nada figurativa, pero que no ha sido en absoluto así se ha visto ya en su primera pieza, “Inventario de reliquias sin valor” (de Guillermo Etchemendi), que me ha encantado. “A veces encuentro cosas”, dice el autor en los subtítulos, mientras la imagen muestra uno tras otro los tesoros recuperados (un papel oxidado que recoge una serie de fórmulas de termodinámica pero que podrían significar otra cosa, un dibujo infantil de los Reyes Magos y un camello perdido en las páginas de un libro comprado, etc) con el sonido de fondo de las olas rompiendo una y otra vez en la playa contra la orilla. Extremadamente sencillo, amable, divertido y, a la vez, profundo, me sorprende muy agradablemente la capacidad de fabular que trasmite. G. Etchemendi ha confesado en el coloquio posterior que se encuentra en estos momentos preparando, después de los cuatro minutos de este corto, nada menos que un largometraje, “Autorretrato”. Esperemos tener la oportunidad de verlo y comprobar si sigue mostrando estos mimbres.
Un dibujo encontrado entre las páginas de un libro en "Inventario de reliquias sin valor" (Guillermo Etchemendi). "Su padre ha perdido todo un tesoro..."
Como suele pasar en estos casos, el tema aglutinador propuesto a los autores para este número de la revista, ese “filmar un espacio interior”, ha sido interpretado por cada uno de ellos de forma totalmente diferente. Zelig Pons prueba varias posturas en el sofá de su casa reflexionando sobre cómo atender a la propuesta. Miguel Blasco presenta una miniatura que parece inicialmente autoreflexiva, con esa observación en el espejo desde una microcámara, para verse luego totalmente bufa, con esa mirada al interior tomada literalmente. Hernán Talavera y G. Araque, que han presentado el único corto no elaborado para la ocasión (es de 2009, fue producido con subvenciones oficiales y hasta fue premiado en algún festival), confrontan en la banda sonora el relato del fin de una vida con la grabación de las ruinas del interior del Palacio de los Gosálvez, en la provincia de Cuenca. Otros sólo intentan filmar su mundo interior, etc.
Las ruinas del interior del Palacio de Gnsálvez en "Interiorismo" (Hernán Talavera y G. Araque)
Viendo trabajos tan variados agrupados en la revista filmada, me ha parecido por un momento que me había topado con un grupo, toda una generación, de entusiastas del cine que disipan cualquier temor sobre el fururo de este medio. Más tarde el coloquio ha venido a decir que, en todo caso, si se tratase un grupo compacto, no estaría apoyado por una base teórica sólida. En realidad, cada uno campa por sus respetos, y muchos parecen ver el cine como un elemento de diversión, sin más.
Coloquio de los autores venidos a la proyección, al final de la sesión. — con Félix PonsRicard Vives,Olga PonokoJG GuerraGuillermo Etchemendi VarónIvan Bassols y Gloria Vilches.
Pero agrupar y dar pantalla a gente tan diversa de forma altruista es lo que hace, si cabe, más elogiable la revista filmada “Cultura Film”. No sólo por números temáticos como éste, sino por sus estupendas largas entrevistas a cineastas u otros artistas (visibles en Historire(s) du cinéma Audiovisuals) o por sus variados números “normales” (en Vimeo).
Siempre, como han explicado en el auditorio del CCCB Javier G. Guerra y Olga Ponoko, gratis, porque todo lo hacen (¡hoy en día!) “por amor al arte”. Merecen –al menos- atención, con la seguridad de que siempre se encuentra una u otra cosa de lo más atractiva.

jueves, 24 de noviembre de 2016

Los reyes del pueblo que no existe


No te extrañaría oír la voz de Werner Herzog explicando la historia y enseñando imágenes tan sorprendentes como las que cuelgo, pero resulta que no es uno de aquellos documentales suyos en los que acude a rodar en un entorno perdido del mundo que le ha llamado la atención. No aparece en su lugar la voz en off de su directora real, Betzabé García. Sí, en cambio -y son difíciles de entender, de forma que me gustaría disponer de subtítulos-, junto a sus propietarios, las voces de los pocos habitantes de un pueblo del noreste de México parcialmente inundado por la construcción de una presa, que no han podido o querido abandonarlo.

Se trata de "Los Reyes del pueblo que no existe" (2015), que vi hace un tiempo que pasaban por el canal Sundance, lo grabé y ahora he visto dejándome llevar, explorando, con cierto agrado.

miércoles, 23 de noviembre de 2016

Inmortal

Todo es naufragio...

Vamos a por la otra película colombiana de la sesión de L’Alterntiva en el Zumzeig, “Inmortal”, de Homer Etminani, ganadora del premio a la mejor película en el BAFICI de este año.
Yo creo que en el futuro, para recordarla, pensaré en una película sobre los restos de naufragios aportados a una playa colombiana, en la que desembocan, a poca distancia, dos ríos que arrastran de todo. Homer explicó anoche que su intención era hacer una película sobre Cosme, un peculiar hombre que vivía en la playa siempre oteando el mar, pendiente del rescate de los cuerpos que arrastran hasta ahí las olas. Experto conocedor de las mareas, cada cadáver que recogía lo ponía en conocimiento de las familias que previamente le habían prefuntado sobre un pariente desaparecido.
El largo recorrido.

Ese es un punto básico, pero hay otro que se cruza con ese, y le ofrece un trasfondo a la película del que de otra manera carecería: En la sierra, en Colombia, ha habido en estos últimos años miles de muertos. Uno deduce que uno de ellos, matado por los paramilitares, es el novio de la chica que marca el primer eje argumental de la película, en su desplazamiento por un largo recorrido desde el interior, donde vive con su familia, hasta el mar, siguiendo el curso de uno de los ríos que aporta hasta el mar cuerpos que luego el bravo y estruendoso mar deja en la orilla.
Cosme. Cada collar representa un cadáver rescatado del mar. Cuando el collar (de bisutería barata, plásticos engarzados) se le rompe y cae, dice -explicó Homer) que el alma del difunto ya se ha liberado definitivamente de su cuerpo. 

Homer Etminani ha hecho una película pobre, con muy pocos medios económicos, de ese cine que está al margen de toda estructura y distribución comercial (que se encuentra, en todo caso en festivales o circuitos alternativos), pero que a su vez está comprometido con retratar una comunidad y sus gentes. En “Inmortal”, después de varias secuencias que te aclaran mucho más cómo vive toda una sociedad que cantidad de films turísticos o un cine que ya no informa de nada (y hay que ver a este respeto la rumba que le hacen bailar al muerto en su ataud...), explica que todo es un naufragio, pero que hay cosas que siempre nos van a volver al presente. Hay gente que quiere seguir viviendo, pero sin olvidar.