Cuesta obtener imágenes como ésta, pero están a la orden del día en la película.
De niños.
Romeo con su padre.
Julieta con el suyo.
Ayer pasaron en la Filmoteca “Romeo und Julia auf dem Dorfe” (Valerien Schmidely y Hans Trommer, 1941), anunciada como una joya de la historia del cine suizo recién restaurada.
Su primera escena, un plano del cielo desde el que el objetivo de la cámara baja para dejar ver un río y vuelve a subir para volver a dejar ver el cielo, mientras suena una música con bastante énfasis, me hizo temer una cursilada mayúscula, pero enseguida, tras los títulos de crédito, la cosa cambia -para bien- un montón, y todo son escenas rurales con unos encuadres de una belleza absoluta.
No sólo los encuadres con la cámara fija se aprecian muy estudiados y bellos, sino que eso también ocurre con la cámara siguiendo a un personaje, especialmente cuando es la también bella protagonista la que evoluciona delante de unos árboles floridos.
Pero si algo -a parte de su fotografía y de lo bien que cae su protagonista femenina- me ha sorprendido especialmente de la película, es la brutal elipsis, el salto de nada menos que de diez años, que se da ante la puerta de un juzgado donde dos vecinos litigian por sus lindes. Una elipsis que hace pasar a Sali (nuestro Romeo) y Vreni (nuestra Julieta) de familias enfrentadas de niños a prometedores jovenes.
Por el final, adicionalmente a una escena de cierre que habría gustado a los surrealistas, puede apreciarse un baile a lo John Ford, seguido de otro a lo Cimino, para acabar en otro al que no le encontré ya modelo.
El enfrentamiento.
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