La novata y el veterano comandante de la comisaría en un momento de represión del segundo al primero. Tras la ventana, una habitante que viene a denunciar algo sin que le hagan caso.
La alegre muchachada de la comisaría.
El alterado hombre a batir.
Salvo una sobre caballos -la primera suya que vi- que para mí no tiene salvación y me dejó sin entender nada sobre su fama en ciertos ambientes críticos, cada nueva película que veo de Patricia Mazuy me explica las razones que antes no me alcanzaban.
Anoche fue la visión de “Paul Sánchez est revenu!” (2018), una rareza cuyo género cuesta hasta discernir. ¿Será un polar? ¿Una comedia? ¿Una sátira? ¿Quizás un acertado apunte sobre el nivel de tensión de nuestra sociedad? Seguramente una mezcla de todo eso, pues varios aspectos apoyarían cada una de esas asignaciones, y otros más.
La localización de la acción de la película es importante. Se trata de una zona alrededor de una carretera de servicio que conduce de la Provenza a la Costa Azul. La primera escena tiene lugar en el aparcamiento de una estación de servicio en la que hay una pelea, porque un tipo cree haber reconocido en su adversario a Paul Sánchez, fugitivo desde hace diez años de la comarca, tras haber matado a su mujer e hijos.
Está claro que Paul Sánchez es la asignatura pendiente en la comisaría de la zona, protagonista en buena parte de la función. Por momentos la película toma cartas como parodia del grupo de policías claramente “de provincias”. En ella se cruzan diferentes habitantes que denuncian cosas diversas, a los que nadie hace caso debido al permanente lío organizativo. Aparte de otros números que hacen bulto y ayudan al follón residente de forma perpetua en la comisaría, dos destacan: el experimentado comandante, que se cree de gran astucia, y la novata, que lleva varios asuntos gafados en su haber y quiere resarcirse.
Luego está ese hombre absolutamente pirado, que llama al periodista local presentándose como Paul Sánchez y sembrando la comunicación y la zona de despropósitos. Tras sus fechorías se refugiará en una bauma de una montaña calcárea con un río a sus pies, lo que más tarde dará por momentos, por si no fuera suficiente, consistencia de western a la película.
Lo que queda claro es que lo que la película consigue es, primero, despistar, y luego, arrastrar, hasta dejarte con la cabeza dando vueltas, ya totalmente convencido de haber asistido a la singular pieza de la que hablaba al principio.
Ascensión hacia la bauma.
En la colina, en uno de los momentos western
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