domingo, 17 de noviembre de 2024

Reas


L’Alternativa - 3
Ya por el final de “Reas” (Lola Arias, 2024), una escena, la que me resultó más inteligente de la película, me hizo enderezarme vivificado en mi butaca (la silla más bien dura del Teatre del CCCB) para ver si estaba viendo y oyendo correctamente. Nacho y Joseli están dialogando, tonteando un poco, vislumbrando si habrá un futuro común para ellos fuera de la cárcel. Cuando ya prácticamente ha acabado la escena, se dicen que en el diálogo han olvidado algo, repasan un papel y leen una frase que, ciertamente, no habían dicho.
Esta nimiedad corta y cambia absolutamente el tono de todo lo visto hasta entonces, recordándote el artificio de todo lo que estás viendo. Hasta entonces, la película de Lola Arias se me estaba haciendo (seguro que es algo personal, porque todo el público mostró su entusiasmo con ella) algo cansina porque, una vez vencida la sorpresa de ver a tamaños personajes de protagonistas, todo el encadenado de escenas sólo hacía que reforzar la única idea de base y sólo esperaba ver, para animarme un poco, cual sería el siguiente e inesperado número musical que amenizaría el rato.
A Lola Arias, directora teatral actualmente prestigiosa mundialmente, que ha presentado una obra este 2024, por ejemplo, en el Festival de Aviñón, le vi con satisfacción en cine hace ya unos años su “Teatro de guerra” (2018), en el que sembraba a sus actores, representando a soldados británicos y argentinos, en unos sets teatrales para recordar la encerrona de las Malvinas.
En “Reas” también se aprecian esos sets teatrales, dobles en el caso de los números musicales, porque toda ella está rodada en unos estudios de rodaje… que utilizan la antigua prisión de Caseros, tristemente famosa por las torturas que llegaron a desarrollarse en ella.
Es a este nivel de carpintería estructural en la que se ha de otorgar a la película la admiración por un trabajo exquisito. En el coloquio, Lola Arias, que ha venido a L’Alternativa para impartir una ‘Masterclass’, explicó que la película surge directamente de un taller de teatro que lleva en la Cárcel de Ezeiza. Le interesó mostrar en ella esa completa integración (he aprendido estas nuevas nomenclaturas, que desconocía) ‘cis-trans’, hacer en ella escenas musicales (un género que desprecia absolutamente) que se vieran ejecutadas torpemente y cómo el frío e inhóspito recinto de Caseros se iba transformando “en otro espacio más cálido, transformando un espacio de muerte en vida”.
Una transformación similar es la que comporta la trama de la película (una auténtica ficción, que sitios como el de Filmaffinity hacen la tontería de conceptuar como ‘documental’ por el solo hecho de que sus actrices no sean profesionales), que lleva de la imagen brutal, casi dantesca, de las internas, con sus cuerpos deformes y cubiertos de tatuajes del principio hasta ver que se trata de seres entrañables, que se profesan auténtico cariño entre ellas.
Otra cosa es que a alguien tan escéptico como un servidor, apreciando como digo la atinada carpintería del proyecto, llegue a creerse la tesis propuesta y, por ende, a restar interesado por ella.
En el entretanto, Lola Arias comentó que las presas del Taller de Ezeiza le pidieron que llevara lo suyo a una obra de teatro, y es la que está paseando ahora por Europa, siempre con el miedo en el cuerpo de que realmente, tras las juergas que están corriéndose, lleguen puntuales al teatro y pueda hacerse la función.








 

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