jueves, 31 de octubre de 2024

Chapaev

Chapaev, con su ayudante, en combate


Un ruso blanco destrozado por cómo le han tratado los de su bando.

La memoria tiene cosas increíbles. La única imagen que recordaba de mi visión en los primeros 70 de “Chapaev” (Giorgi y Sergei Vasilyev, 1934), un film soviético que ahora buscaba para dar con secuencias con exaltados recados políticos, era al héroe, jefe de partisanos en su lucha contra los rusos blancos, subido y yendo a toda velocidad en un carro tirado por caballos, por un camino de la estepa y los bosques rusos. Una secuencia… que veo que no existe.
Se dice que “Chapaev” tuvo un gran éxito en Rusia, y se vio en los años 30 por otros muchos países. También lo debió hacer en España, porque ese nombre adoptaron con profusión los luchadores del banco republicano.
Es la película una hagiografía del héroe, pero una hagiografía inteligente, que nunca pinta a los personajes de un trazo y con un único color. Chapaev, en su pugna dialéctica con el comisario político que asignan a su grupo, es caracterizado como una persona de bajísima extracción social, orgulloso de haber aprendido a leer hace tan sólo dos años gracias a su voluntad de hierro. Por su parte, el militar -con ciertos rasgos similares a Eric Von Stroheim- que manda el bando de los rusos blancos con los que combaten, es un hombre que no desprecia la inteligencia y habilidades de sus enemigos.
Hay escaramuzas y hasta batallas masivas bien organizadas, escenas de acción llevadas con ritmo, que en ocasiones te hacen pensar estar viendo un western. Y hasta una historia de amor nada empalagosa, aunque de paso a una escena de gran belleza. Como muchas otras cosas de la película, está narrada con humor y continua ironía.
Y posee la fuerza visual y el poder del buen cine soviético de fotografiar con el énfasis y encuadres debidos a los diferentes personajes, tanto en sus muy dinámicas escenas como en las más apacibles.
Aporto dos enlaces para verla, a escoger con cual:
1/ Una magnifica, que respeta el formato, pero tiene subtítulos en inglés:
2/ Otra de calidad aceptable, con subtítulos en español, pero que no respeta su formato original cuadrado, y corta más de una cabeza de sus protagonistas:

Chapaev dando lecciones de estrategia con unas patatas.

La chica a cargo de la ametralladora.

Que ha aprendido gracias a las lecciones del secretario de Chapaev…


 

martes, 29 de octubre de 2024

Le Cinéma de Jean-Pierre Leaud


En Arte puede verse, en VOSE, “Le Cinéma de Jean-Pierre Leaud” (Cyril Leuthy, 2024).
He repasado su filmografía y en el documental no aparecen ni Skolimowski, ni Philippe Garrel, ni Luc Moullet, ni Pupi Avati, ni Benoît Jacquot, ni Catherine Breillat, ni Dominique Cabrera, pero a parte de éstos sí lo hacen los principales (más famosos) directores de película con papel protagonístico importante a cargo de Jean-Pierre Leaud, desde Truffaut a Nobuhiro Suwa (Godard y Serra sólo en fotografías).
Además de muchos -con especial relevancia Oliver Assayas y Noémie Lvovsky- de sus directores, también hablan de él las que hoy aparecen ya como entrañables actrices (las godardianas Marcha Méril o Chantal Goya, Nathalie Baye, Françoise Lebrun -la putain de Eustache-) que en su día, hace mucho, compartieron plató con él.
Y hay también un juego actoral en el que tres actores (dos jóvenes y uno mayor) le representan. Parecería inicialmente iban a aguar la fiesta, pero no es así.
Acaba con una canción en los títulos de crédito, “como hacen todas las películas”.
Su enlace:

domingo, 27 de octubre de 2024

PedidosYa

El magnífico inicio de la película.

Javier García Pelayo, gallego propietario del local donde se reúnen los repartidores esperando pedidos.

No me gusta, y hasta detesto, el rap. ¡Pero de qué forma irrumpe en ese inicio de “PedidosYa” (Gonzalo García Pelayo, 2024), en uno de los mejores raccords que he visto últimamente!
Empieza la película con la imagen captada por una cámara baja, circulando avanzando sobre los adoquines de una calle (primera imagen), para, de repente, saltar a la imagen oscilante de un repartidor en su bicicleta sobre esos mismos adoquines, todo envuelto por un rap sobre su oficio en la banda sonora. Una forma excelente de transferir el punto de vista hacia el de esos chicos, bicicleta y bolsa en forma de cubo aislada térmicamente en ristre: ese será el mundo que, desde dentro, nos presentará la película.
Aquí en Barcelona, esa tropa, casi siempre bajo la insignia de Glovo, está copada por pakistaníes, sospecho que no por la intervención de mafias ni nada por el estilo, sino por ser el nivel más bajo de toda la escala social, quizás en pugna con los sub-saharauis que recogen hierros de los contenedores. Si alguna vez has observado un poco esos corrillos expectantes que se forman junto a locales que elaboran comida y has sentido curiosidad por saber cómo es su día a día, está puede ser tu película, aunque en ella se trate de argentinos -es verdad que también con una mano delante y otra detrás- de la potencia local que le da nombre, PedidosYa.
Las preocupaciones y estímulos que según el film mueven a esos chicos son lo obvio de hacerse con un poco de dinero, la propia bicicleta, el disfrutar con la compañía, soñar con un poco de sexo placentero, el fútbol como religión, rito y ceremonia, y el rap como expresión poética.
Todo eso lo vemos gracias a un leve hilo argumental, por el que el protagonista, uno de la tropa, tiene un más que improbable ligue con una clienta, estudiante de Historia que vive en Belgrano.
El oficio de los chavales da para numerosos travellings de acompañamiento en sus desplazamientos, y también para ver el corrillo que forman junto al establecimiento que regenta un gallego (Javier García Pelayo, uno de los más atractivos regalos de la película) que introduce en sus empanadillas un relleno más que sospechoso.
Hay, en mi opinión, otra escena muy buena en la película, que retrata un mundo que, no por casualidad, fascina a su director. Se trata de una tarde en La Bombonera, el campo de fútbol del Boca Junior, desde -lo mejor- los preparativos de una tarde de juego, las gradas vacías y su paulatina ocupación de un público aficionado, expectante, hasta el griterío casi orgásmico que provoca un gol local.
La película, que inicia un nuevo grupo de diez -¡y van tres- y sigue en los 70 minutos de todas sus últimas, acaba con un rap coral que me recuerda otros finales corales de GGP, como el de “Todo es de color” (2016).
Tirando la casa por la ventana, no sé con que mirada económica asociada, Gonzalo García Pelayo, que ya dejó sus primeras diez películas hechas en un año en Filmin (De las que recomiendo con convicción “7 Jereles”, “Tu coño” y “Dejen de prohibir, que no alcanzo a desobedecer todo”), dice tener intención de poner graciosamente a disposición en su web Cine Pelayo las diez que está realizando ahora (“Otro año, diez más”), y al menos así lo ha hecho ya con ésta, cuyo enlace adjunto:

Una tarde en la Bombonera.

Hasta el gol local.

E imagen del rap final coral.
 

sábado, 26 de octubre de 2024

Els buits


De todas estas películas, ahora en boga, que impulsan una revisión crítica de nuestra historia social reciente, este cortometraje que ahora se puede ver en Filmin, “Els buits” (“Los vacíos”; Sofía Esteve Santoja, Marina Freixa Roca e Isa Luengo, 2024) es la que me parece mejor pensada, realizada y editada.
Una hija conversa con su madre acerca de sus sucesivos confinamientos en establecimientos del Patronato de Protección de la Mujer y otros de la transición por “descarriada”. En su cortometraje las realizadoras se encargan, por un lado, de subrayar los conceptos que, siendo de circulación corriente por entonces, se descubren ahora aberrantes. Por otro, de hacer presente que no hablan de un caso aislado, sino de algo que abarcaba a toda la sociedad.


 

miércoles, 23 de octubre de 2024

Campesinas de Riazán

1. Un mundo rural florido.

2.- Con imágenes “naturalistas” que inicialmente resultan algo artificiales y edulcoradas.

3.- Pero con otras tan llamativas como ésta.

4.- Todo gira alrededor de la figura del rico del pueblo y su familia.

5.- En escenas como ésta, toda la fuerza del cinema soviético.

Ayer fui a la Filmoteca en busca de una escena con entusiasta proclama soviética y volví, en este sentido, de vacío. Por suerte di con una preciosa escena de desequilibrios, que también nos sirve.
Se trataba de “Campesinas de Riazán” (Olga Preobrazhenskaia e Ivan Pravov, 1927), que en la presentación asignaron a un misterioso “cine naturalista”. Los primeros planos (crias de pájaros reclamando su comida, árboles floridos -primera imagen-, patos en una charca -segunda-) lo hicieron evidente.
Toda la película está localizada en el Valle de Riazán, en cuyos prados extienden sus mujeres, ataviadas con trajes regionales, los productos de sus trabajos textiles (tercera imagen). Ahí se va a desarrollar una sórdida historia, dando forma a un melodramón completo.
Lo más interesante de todo se encuentra en el reflejo de los trabajos y fiestas de sus gentes, de toda una comunidad rural de costumbres inamovibles y los encuadres paisajísticos que los realizadores obtienen.
La acción -el cuento- empieza poco antes de 1914 y el estallido de la guerra, que se lleva lejos a los mozos que acababan de emparejarse. La historia debe finalizar por 1921, con lo que ha pasado y se ha consolidado la revolución, aunque extrañamente no se menciona ni lo más mínimo. Sólo un plano por el final podría indicar la puesta en marcha de una institución social del nuevo régimen, pero no se dice nada explícitamente, y todo queda dicho, si es que esa pincelada supone decir algo, con una sutilidad de lo más sorprendente, nada habitual.
Una muestra de cine soviético que, superando su trama de melodrama desatado va ganando hasta convencer del todo por la fuerza de sus imágenes y realización. Algo, por lo visto por mí hasta ahora de ese cine, totalmente insólito.

6.- Mujeres ataviadas con el traje tradicional, también bien florido.


Con “la hija del pecado”, según las habladurías (extendidas por unos personajes casi grotescos, también típicas de un cine soviético en busca de erradicar los males crónicos del campesinado, pero aquí sin ningún exceso.

Estampas corales de gran belleza. Quizás esta escena esté hablando de la colectivización de la tierra y yo, despistado entreteniéndome con alguna variación al piano en directo que suele acompañar las películas del cine silente en la Filmoteca (ayer muy bien, por cierto, sin estridencias), no lo haya captado.

O esta escena, más que la celebración de la fiesta patronal a lo mejor es algo colectivo laico…

Y el inicio de la escena de desequilibrios preseleccionada.
 

Adiós al cine Boliche


Crónica de una muerte más que anunciada. Aún así, siempre quedaba un hilillo de esperanza:

 

martes, 22 de octubre de 2024

Retratos berlanguianos


Iba ayer con mala conciencia y el desarrollo del acto, en vez de compensarme, me la acrecentó. Yo tenía que haber estado en el otro lado en litigio, para el que había reservado tiempo en la agenda… hoy. Pero finalmente se cambió de ubicación y se avanzó a ayer. En el ínterin ya había comprado entradas para la conversación entre Violeta Kovacsis y Sergi Pàmies en Caixaforum, a ver qué detalles explicaban de Berlanga, y tontamente ya no me desdije.
Si hubiese estado muy bien la cosa, seguiría con el gusanillo de lo que me perdí, pero por lo menos atesoraría algún activo, pero éstos fueron, para mis alforjas, bien pocos.
El público, que había pagado religiosamente los seis euros de entrada y se había personado con antelación en las quimbambas en que se encuentra el Caixaforum de Barcelona, llenaba ayer el aula preparada para el evento. Parece que suele suceder con todos y cada uno de los acontecimientos que organiza la Fundación de la entidad financiera. Pero lo que más me molestó es que muchos de los que hacían acto de presencia iban como si se tratase de acudir a una sesión del Club de la Comedia. Según les oí decir, querían oír a Sergi Pàmies, a quien escuchaban periódicamente en un programa de radio local, y con el que se reían un montón, contase lo que contase.
No critico lo de querer ir a pasarlo bien, desde luego: si yo compré mi entrada era pensando en que Sergi Pàmies es un escritor de relatos buenísimos, como los que contienen sus últimos libros, por lo que bien podía relatar cosas muy jugosas sobre el director de cine ahora objeto de una exposición en unas salas del Caixaforum. Y, por otro lado, pensaba equivocadamente que Violeta Kovacsis, una crítica de cine a la que aprecio y valoro, iba precisamente a entablar una conversación con él para hacerle transitar por esa vía. Pero la cosa no estaba prevista y no se desarrolló en absoluto así.
Fue llegar Pàmies a la sala (primera vez que veo a los ponentes hacer acto de presencia con antelación al horario fijado), soltar un saludo y ya todo un coro ponerse a reír, de la misma forma que se carcajeaban de las diferentes expresiones y ocurrencias que, cada vez con más profusión, soltaba para contentar a ese público tan entregado, que le respondía con una sonrisa de extremo a extremo de la cara, o bastante más, a cualquier cosa que dijera.
De Berlanga hubo poco más que comentarios sobre la repercusión que sus películas fueron teniendo en ellos. Y ahí me di cuenta de dos circunstancias suyas con respecto a las mías de las que ya previno el propio Sergi Pàmies y luego confirmó Violeta Kovacsis se daban también en ella:
-Una cierta diferencia generacional
-Una gran diferencia espacial
Los dos pertenecen a generaciones más jóvenes que la mía y ambos no provienen de familias afincadas aquí desde su origen. Pàmies relató que, de hecho, con un padre miembro del Comité Ejecutivo del partido comunista en el exilio, no conoció el cine de Berlanga hasta que a su regreso de París en 1972, ya con doce años, vio “Calabuch” en televisión en casa de su tía y fue para él una auténtica caída del caballo. Previamente no había visto cine en televisión, porque ese aparato no entró nunca en su casa por razones político-educativas. Sí en sesiones del cineclub del partido, pero ahí no pasaban películas de Berlanga, quien “de las tres B del cine español era la B mala”…
Por su parte, Violeta Kovacsis, aunque nacida aquí de madre argentina exiliada, explicó que se crió en Sudamérica, con un padre chileno de origen húngaro. Cuando empezó a escribir sobre cine se dio cuenta de que la gran laguna que tenía era acerca del cine español… y, estudiando, fue cuando se encontró con el cine de Berlanga.
No sé si me explico sin resultar pedante, que no lo quiero resultar, porque se trata sólo de circunstancias vivenciales de cada uno: en mi caso el cine de Berlanga estuvo ahí desde el principio, siempre considerado en el estrato superior del cine español, y pormenores de sus películas, de sus imborrables actores secundarios, de sus quehaceres con Azcona, de sus dificultades profundas para hacer cine en los 60… todo eso era algo asumido por mi desde un buen principio, reafirmado por la lectura de las revistas de cine y solo mirado con una cierta distancia cuando su deriva hacia un cine más grosero posterior.
Con eso comentado, sólo podría decir que se habló básicamente de que su cine no era el reclamado por la progresía de cada momento y que no anoté ninguna anécdota o definición nueva sobre él o su cine (como dijo Sergi Pàmies, David Trueba, que conversó con profusión al final de su vida con Rafael Azcona, era el que debía haber ido a ese foro a contar cosas), que por otra parte apenas hubo, y todo quedó en calificativos sobre su obra y eso de su repercusión y aprecio colectivos.
Bueno. Sí anoté tres cosas que o bien no sabía o bien me hicieron gracia:
1-Que Violeta Kovacsis dijo haber conocido a Alexander Payne en Italia y que éste estaba deseoso de manifestar su admiración y fascinación por Berlanga.
2-Que Sergi Pàmies le dijo en una ocasión a un francés que le preguntaba por cosas a ver para entender España que viera “La vaquilla” y el “Guernica” de Picasso. Que con esas dos obras ya se podía hacer una idea cabal del país.
Y, aunque no tiene nada que ver con el tema, también me hicieron gracia dos observaciones colaterales del mismo Pàmies.
La primera. Tras oír a Violeta Kovacsis diciendo que el único director de cine español actual al que le ve un camino propio es a Albert Serra, solté la carcajada en el momento en que Pàmies, que había estado asintiendo con convicción a sus palabras, remató soltando y desconcertando con que era verdad todo eso que decía, que había creado un personaje de sí mismo muy interesante y que ya lo único que le faltaba era hacer alguna película buena.
La segunda, aunque en el tiempo anterior, cuando atendiendo a uno del público que preguntó quién sería el Berlanga de hoy mismo en el cine catalán, se puso serio y comentó que “La verdad, a lo mejor podemos ser una potencia haciendo cine de mujeres que no quieren ser madres, pero no veo que haciendo cine del estilo de Berlanga”.

 

lunes, 21 de octubre de 2024

Until


Aparentemente un grupo de danza contemporánea. Primero, en solitario, ellas, con cara de tensión en sus rostros. Se graban con su teléfono móvil, que se pasan de una a otra. Luego quien recibe el relevo es un chico. Al final el grupo entero.
Es en Teherán, en un barrio aparentemente acomodado, primero en una gran avenida con tráfico, luego en calles más secundarias, menos frecuentadas. Ellas van sin velo.
Es el cortometraje de 14 min “Until” (Tanin Torabi, 2022), que puede verse a partir de hoy en Filmin.
Lo he empezado a ver medio adormecido, después de comer, pero en un instante me he desvelado. Porque es, en su sencillez, de lo con más fuerza que he visto últimamente.

 

Isabelle Huppert et Claude Chabrol


¡Qué placer oír una entrevista como ésta con Isabelle Huppert sobre Claude Chabrol! Sobre todo, claro, cuando te intrigan y te interesan las personalidades de la actriz y del realizador, la forma de interpretar de una y la puesta en escena del segundo.
Realizada por Nicolas Longinotti en 2020, está visible libremente por unos días (lamentablemente sólo en v.o. en francés, aunque se le entiende bastante bien) en Mk2Curiosity.
Isabelle Huppert, quien aparece en lo que supongo debe ser una sala de la productora, sentada ante una estantería repleta de cajas de DVD, mostrando un rostro que no puede ocultar ya las huellas de su edad, pero ataviada de forma que sigue emanando su particular atractivo (para los que lo lleguen a sentir), habla de la personalidad que Chabrol mostraba en general en sus rodajes y luego se detiene a explicar detalles de tres películas suyas en las que hizo de actriz protagonista: “La cerémonie” (1995), “Ríen ne va plus” (1997) y “Merci pour le chocolat” (2000).
De las tres películas Isabel Huppert facilita una interpretación producto de su sensibilidad e inteligencia, a tener muy en cuenta cuando se quieran comprender bien y disfrutar a fondo de ellas.

 

sábado, 19 de octubre de 2024

Self-portrait as a coffee-pot



William Kentridge anima sus dibujos de forma que parece que siempre los está pintando y despintando y así transformándose. Eso pasa también en su “Self-portrait as a coffee-pot” (2022, en Mubi), realizado al menos en parte, según se deduce, durante el confinamiento por el Covid.
Pero eso al margen, quizás la novedad mayor es que habla por los codos y se duplica, contradiciéndose a sí mismo, en alguna ocasión construyendo teorías a dúo casi como hacían Accidents Polipoètics.
Presentado en capítulos, quizás el juego filosófico con su otro yo domina más en los dos primeros, mientras que luego hace aparecer en toda su fuerza la forma en que va dando forma a su obra.
El mismo Kentridge se me confunde en ese principio con personajes de Roy Anderson pero llenos de nervios y ansiedad, cuando no -sobre todo cuando se enfrenta a un reto y a sí mismo- como un Buster Keaton ya mayor, pero aún queriendo ofrecer acción. Para apuntar más referencias, en un capítulo hay casi un homenaje a Groucho Marx en su número del espejo de “Sopa de Ganso”.
Es sobre todo en el tercer episodio cuando surge más el relato sobre su infancia sudafricana, con ese paisaje deformado por completo por el entorno minero, lleno de escoria en vez de montañas.
Anoche llegué hasta el cuarto episodio, que creía el último, y todo me ligaba como perfecta conclusión. Él y su otro yo explicaban en él leyendas clásicas, para centrarse a través de ellas en la amenaza de la muerte y la necesidad de cuidar pese a ello el árbol interior, para que pueda seguir creciendo.
Pero entonces el monitor me ofreció pasar al quinto episodio, hice números y eso no me ligaba con los 110 minutos que había visto suponía la película completa: ¡resulta que lo que muestra Mubi es una serie de nueve episodios con entre 25 y 30 minutos cada uno!
Dejé la visión de los cinco episodios restantes para otra ocasión y me fui a dormir, algo contrariado porque no me llegaría la invitación que esperaba para enviar de forma automática a un amigo que dibuja y pinta y que estoy convencido que el que viera a Kentridge, como se le ve mucho en lo que llevo del film, haciendo sus trabajos con pintura negra o carboncillos le iba a encantar.