sábado, 28 de septiembre de 2024

Le roman d’un tricheur

Este cartel, además de la fama que tiene este título, estuvo a punto de hacerme verla primero de todas.

Si en su “Mon père avait raison” los actores que intervenían se presentaban al inicio, en esa buena costumbre perdida, asociando sus nombres con los de sus personajes, en “Le roman d’un tricheur” (Sacha Guitry, 1936) es también todo el equipo que ha realizado la película el que es presentado, en un juego que no ha sido repetido hasta Jean-Luc Godard.
Si la película anterior dejaba ver por todos sus poros su carpintería teatral, ésta en absoluto, situándose desde su inicio hasta su final en lo plenamente cinematográfico. No es, sin embargo, un substrato cinematográfico que pase desapercibido, dada su originalidad: casi toda ella -excepto unos escasísimos planos que, sin escaparse del relato, regresarían a un supuesto presente, en el que el narrador y los que con él dialogan hablan realmente- está narrada por una voz en off, que llega a asumir hasta los eventuales diálogos de los diferentes personajes de la historia.
Lo narrado -de hecho el narrador lo va escribiendo con pluma en un cuaderno en el presente- es la vida de un hombre angustiado al ser perseguido por la argucia tramposa desde el momento en que su robo de ocho monedas le salvó de la muerte por envenenamiento de toda la familia.
Se trata de un relato repleto de la ironía que siempre vierte Guitry en sus cosas, que en cine acompaña con trucos -aquí sí- cinematográficos bien ingeniosos. Basta con ver, por ejemplo, cómo se anticipa a aquel cortometraje (ahora no recuerdo ni su título ni su autor) que se burlaba de los nazis simplemente remontando los desfiles de “El triunfo de la voluntad” de Leni Riefenstahl. Aquí Guitry evidencia el ridículo en que caen los supuestamente marciales soldados de Mónaco simplemente rebobinando sus pasos durante el cambio de guardia.
Aparece en el film Frehel, la adorada cantante de Eustache, en este caso cantando ella -y no el narrador- un par de canciones. Y aparece, claro, el propio Sacha Guitry, aportando en una escena sus dotes de transformista.
Me ha encantado una escena del presente, que liga el pasado con el presente y evidencia el cambio de sentimientos con el amargo paso del tiempo. No la destripo aquí, y la dejo a descubrir por los que no hayan visto aún la película: toda está montada por el reloj donado en su día por una agradecida condesa.
En un extra del DVD del Pack Sacha Guitry, Denis Padalydés explica cómo venció su reticencia con Sacha Guitry por su voz, ese hilo de voz que sostiene la narración en off a lo largo de todo el film. Y acaba diciendo que esta “Le roman d’un tricheur” es, en el fondo, una película para escuchar.
Esa sería una muy buena definición si no fuera, como demuestra Serge Le Péron en su película “Sacha et le cinéma, un amour masqué”, también ofrecida como extra en el mismo pack, que la película rebosa, así mismo , de aciertos visuales.

El sorprendido niño.

Ya bien crecido, en el casino de Montecarlo.

En el presente, escribiendo en un cuaderno. Ahí sí hay diálogos, no trasladados por el narrador.

Cuando ya se decide a no ir contra su sino, ensayando y mostrando sus trucos.


 

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