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Nada más llegar al puerto de Shanghai, la dinámica protagonista se sube a la chimenea del barco que le ha llevado hasta ahí. |
Puede que hubiera tenido mala suerte en la elección de las películas chinas pre-revolución del ciclo de la Filmoteca. En casi todas las que había ido a ver, después de la excitación por los aspectos documentales de sus exteriores, que presentaban dirante sus títulos de crédito iniciales un Shanghai de los años 30 de lo más cosmopolita, unos decorados muy simples y, aún reconociendo la buena intención social del conjunto, unos actores muy de teatro amateur me acababan por reventar la sesión.
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Los decorados estilo art-decò. |
La película de esta noche (“La reina del deporte”, 1934) tenía toda la pinta de acabar con la mala racha, pues era una película realizada por Sun Yu, al que me habían caracterizado como una de las más altas cotas del cine chino de esa época. Y su arranque y primer desarrollo así parecía confirmarlo: Las imágenes de Shanghai y su puerto, al que llega la protagonista en un barco, son extraordinarias. Hasta sorprende, viendo tanta modernidad e inmediatez, que se trate de una película muda (la sesión ha estado acompañada por el maestro Baldomà, que ha probado a sacar de las cuerdas del piano ciertos sones orientales). Incluso del puerto pasa la acción a un supuesto interior (seguramente un decorado construido en estudio), pero de los más atractivo, muy cercano al art decò, y luego siguen más exteriores e interiores muy bien fotografiados y bien recuperada su contrastada fotografía por la cinemateca de Beijing. En su realización se aprecian varias grúas y travellings que llevan la cámara de forma avanzada al recorrido de la heroína, las escenas de presentación de la actividad deportiva están montadas con rápidos y efectivos encadenados, aparecen unas cuantas llamativas sobreimpresiones,... Pero el argumento (una liviana historia de rivalidades en una escuela de formación deportiva), acaba con la ilusión formada.
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Una pareja a lo "El gordo y el flaco", junto a un supuesto petrimetre haciendo de pretendiente de la chica, notas cómicas de lo más flojo de la sesión. |
En una de las escenas finales, en la pista de atletismo se ve por error la sombra de la cámara, y con ella la del operador dándole a la manivela. Esa realidad, la de esos cineastas haciendo una película ahí, en la China de 1934, es la que en realidad me interesa.
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La chica y su entrenador. |
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