He ido al Zumzeig sin
saber muy bien qué iba a ver. No sabía que Birdie Num Num (con ese nombre tan
divertido, que supongo heredero de “El guateque”) era un centro de formación de
cine que se estrenaba en cuanto a organización de un acto como éste. No sabía
quienes eran “Las chicas de Pasaik”, el dúo de realizadoras María Elorza y
Maider Fernández Iriarte, de las que no había visto hasta ahora ninguno de sus
cortometrajes. Únicamente conozco un poco a Mariana Freijomil, que es quien ha
organizado y presentado la sesión.
Todo eso ha agudizado,
posiblemente, que saliera más contento que unas pascuas del cine, satisfecho de
haber visto tres cortometrajes que confirman que hay gente joven que piensa sus
cosas en cine, con lo que, pese a las penurias que deben afrontar, por ahora
esto del cine no llegará a su fin.
La sesión, que Mariona ha
titulado como “(Des)encuentros”, ha contado de tres cortometrajes:
“Encuentros. Txomin y
Elena” (2014) nos ha explicado Maider Ferández Iriarte, que ha participado en
la sesión, que fue el primer episodio (otros dos se pueden ver por internet) de
un proyecto que se marcaba estar compuesto por historias en las que dos
desconocidos se pusieran a hablar del amor. Aquí lo hacen Txomin y Elena en un encuentro
fortuito en un trayecto de autobús. Maider ha dicho en el coloquio que muchos
de los recursos visuales que se aprecian en el cortometraje surgieron debido
precisamente a la inexperiencia y errores consecuentes a la hora de ponerse a
filmar. Pero aunque haya un punto de verdad en lo que dice, hay que conceder
que la utilización de subtítulos que marcan, cortantes, diálogos ante el
silencio de los actores y el ruido ambiente, o de grafismos típicos de las
colas de celuloide surgiendo por aquí y por allá, o de esa musiquilla de
comedia romántica que arranca en medio de la acción, cuando un subtítulo dice
que “Elena se pone a hblar de forma solemne del amor”, dotan a esa breve pieza
de una viveza encomiable. Al final Txomin ha cubierto su trayecto. Los dos se
dicen, festivos, que “a ver si coincidimos en otro autobús”, y él baja del bus.
Elena se queda entonces mirando por la ventana, y apreciamos que la sonrisa que
siempre ha dibujado su rostro vira un poco hacia la seriedad. Esa seriedad de
quien se hace consciente de repente de algo que podría haber hecho y no ha
hecho. Un cierto deje de melancolía invade la escena y nos invade también a
nosotros como espectadores, cerrando una pieza redonda.
“Agosto sin tí” (2015) es
muy diferente, aunque guarda algún punto de contacto con el anterior, que yo
centraría en esa forma de acumular formas de aproximación en una escena. Se
trata de una correspondencia fílmica, que parecía que iba a ir también de
correspondencia escrita. Las dos realizadoras del grupo, separadas en el mes de
agosto –una en Cerdeña, otra en la costa vasca- por causa de sus vacaciones, se
explican, rodando, en qué consisten esas vacaciones. “Los días aquí son ociosos
y lentos”, empieza una misiva, que luego no tiene nada de literaria, pero dando
pase a un cierto deje también melancólico. Sí que hay ahí una narradora en tono
íntimo, y ciertas imágenes y movimientos de cámara –sobre todo en Cerdeña
(Maider nos ha dicho que María se llevó la cámara, y ella tuvo que filmar “con
lo que pudo”) que hablan de un acercamiento personal a las cosas.
No es melancólico en
absoluto el tercer cortometraje visto, “Gure Hormek” (“Nuestras paredes”). Se
inicia con una escena en la que María Elorza graba a una italiana que le
muestra el deterioro de una pared tapada por los libros de una estantería,
montada por etapas que dan la impresión que han constituido muchos momentos de
su vida. La filmada explica que, sóla ella en casa, se hizo con una taladradora
y empezó a hacer agujeros en la pared para fijar la estantería, y que le hizo
unos boquetes fenomenales. A continuación se muestra una pared y las huellas
que en ella han quedado por todo lo que se le ha puesto delante. Profundizando
por ahí habría, sin duda, una película muy sugerente. Pero son otros los
derroteros que toma entonces el cortometraje, presentado y premiado en Bilbao y
otros festivales, y que pasa a ser un homenaje “a las gentes que queremos” y, como
ha dicho una espectadora, especialmente a las mujeres que han tenido que
montárselo por sí mismas.
La sesión se vuelve a
hacer en el mismo cine el jueves por la noche. Si alguien quiere un poco de
frescor, ese es su sitio para encontrarlo.
En la fotografía sacada
en la sala de Zumzeig, antes de la proyección, la responsable de Birdie Num Num
presenta a Maider Fernández –a su lado- ante la mirada de Mariana Freijomil,
más a la izquierda.
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