No había visto "La fille inconnue" (Jean-Pierre y Luc Dardenne, 2016) hasta hoy en el Texas. Esto me ha dado tiempo para atender a muchas opiniones señalando eso de que vuelve a ser lo mismo de siempre, y muchas veces dicho con cierto gesto de cansancio. Y, sin embargo, al margen de un estilo que realmente les distingue, no veo yo dónde está el mimetismo. No veo que la historia de la película tenga nada que ver con la, anterior, ni ésta a su vez con la suya, la verdad.
Viendo hoy la película, en cambio, me he confirmado a mí mismo que saben muy bien cómo llevar la cuestión, arrastrando al espectador por dónde quieren, y regalándoles de pasada unas cuantas impresiones que sin duda se les quedarán en la cabeza, ayudándoles a afrontar en el futuro ciertos temas con -por lo menos- un interés personal superior.
Un ejemplo de lo que creo que es muestra de su inteligencia, que los que hayan visto el film creo que entenderán: en el inicio de la película seguimos -con la proximidad a la que nos tienen acostumbrados los Dardenne- a la joven doctora, en traje rojo cuando no cubierto con su bata blanca, con una satisfacción creciente. Nos gusta el rigor con el que se mueve en su trabajo, disfrutamos de su triunfo profesional. "Se lo merece", pensamos. Hay, no obstante, un punto de inflexión casi inmediato, que yo diría que se produce justo cuando ella decide rechazar el nuevo puesto de trabajo, y se deduce que un futuro profesional y personal exitoso. Seguimos con interés, y aprobamos lo que creemos buenas acciones de la doctora -ahora con un traje azul y un abrigo a cuadros predominantemente oscuro-, pero posiblemente (o al menos así me lo he autodiagnosticado después) con una sintonía algo menor, a una cierta distancia moral, no del todo convencidos de su obcecación. Quizás estemos hechos para sintonizar con gente cuando muestran un camino claro de éxito, pero no del todo en otros momentos.
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