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Se inicia con un hombre en la semi penumbra de una habitación, mirando fijamente pasar los minutos en un reloj de pared. |
Parece que “El ministerio del miedo” (“Ministry of Fear, Fritz Lang, 1943), proyectada hoy en la Filmoteca, donde la volverán a pasar el domingo por la noche, no gustaba a Lang, porque no había podido manejar el guión (adaptado de una novela de Graham Greene) a su antojo. Pero a parte de seguirse como film de espías muy bien ahora, 73 años después de su realización, está lleno de la atmósfera del realizador por muchas de sus escenas.
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Allí las señoras de la Sociedad benéfica que la organizan, que también podrían formar parte de una película de Hitchcock, le hacen entrar en el sorteo de un pastel aproximándose el máximo a su peso, que le da exacto la muy prosaica vidente de la feria
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Se inicia con un hombre en la semi penumbra de una habitación, mirando fijamente pasar los minutos en un reloj de pared (foto 1), y luego sabremos que mirar pasar esos minutos en un reloj ha sido también una obsesión inevitable en el hecho previo que ha marcado la vida de ese personaje.
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Ya en su compartimiento del tren, apreciamos que fuera, entre la niebla, se oyen unos pasos y golpes de bastón acercándose, hasta que aparece una sombra, personificando el que va a ser su compañero de trayecto, el ciego de la foto 3.
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A la hora en punto que esperaba con tanto anhelo sale de su reclusión en una prisión psiquiátrica y, ávido de ver gente, acude, mientras espera el tren, cuando ya ha oscurecido, a la feria que le recomienda el jefe de estación. Allí las señoras de la Sociedad benéfica que la organizan, que también podrían formar parte de una película de Hitchcock, le hacen entrar en el sorteo de un pastel aproximándose el máximo a su peso, que le da exacto la muy prosaica vidente de la feria (foto 2). Pronto sabrá que ese pastel que se lleva tan contento es codiciado por muchos, y mucho más de lo que piensa. Ya en su compartimiento del tren, apreciamos que fuera, entre la niebla, se oyen unos pasos y golpes de bastón acercándose, hasta que aparece una sombra, personificando el que va a ser su compañero de trayecto, el ciego de la foto 3.
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se suceden entonces una intrigante sesión espiritista (fotos 4 y 5) |
Estamos en plena II Guerra Mundial y en la ficción en el momento de los raids aéreos nazis sobre Inglaterra, y entra en juego un primer bombardeo. Intrigado por lo que le sucede, se propone investigar el por qué la gente quiere ese pastel, y se suceden entonces una intrigante sesión espiritista (fotos 4 y 5), un segundo bombardeo que nos permite entrar con los protagonistas al refugio antiaéreo nocturno en que se ha convertido el metro londinense (foto 6), pesquisas que llevan a partir de la sociedad benéfica (foto 7) a una librería con intrigantes libros (foto 8), a un apartamento de una pintora con un timbre picassiano y cuadros de arte moderno en sus paredes (foto 9) y a una persecución y tiroteo (fotos 10 y 11). En un momento de éste, desde la habitación en completa tiniebla se ve la luz del exterior por el agujerito abierto en la puerta por una bala.
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un segundo bombardeo que nos permite entrar con los protagonistas al refugio antiaéreo nocturno en que se ha convertido el metro londinense (foto 6)
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Escenas y ambientes de espías, peli de las buenas de antes que no permite aburrirse, y esa impresión trasmitida (muy adecuada para 1943…) de que todo puede resultar de lo más peligroso. No está nada mal…
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pesquisas que llevan a partir de la sociedad benéfica (foto 7) |
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a una librería con intrigantes libros (foto 8) |
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a un apartamento de una pintora con un timbre picassiano y cuadros de arte moderno en sus paredes (foto 9) |
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y a una persecución y tiroteo |
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