martes, 1 de marzo de 2016

Un amor inmortal


Posiblemente por lo que más atrae "Un amor inmortal" (Keisuke Kinoshita, 1961), vista hoy en día, es por el impresionante provecho que le saca Kinoshita a su formato panorámico.
Desarrollada en cinco capítulos abarcando diversos momentos desde el inicial 1932 al final 1961, narra lo que podría ser uno de esos romances de ciego, una historia de dominio despótico, amor y desamor sostenido durante toda una vida, punteada durante su metraje con el rasgado de cuerdas de una guitarra española como banda sonora, que le da, junto a la imagen de paisajes grandiosos, un cierto aire de western mítico.
Pero lo que me ha parecido más destacado, como digo, es esa utilización del formato scope. Gracias a él se acentúa la impresión que causa el paisaje rural del film y las historias, que parecen estar inmersas en él. Kinoshita plantea muchas escenas horizontales, con pasacalles como en las fiestas de recepción de soldados que regresan de la guerra, haciendo ir a los actores por un camino recto en medio de los campos, o bien sitúa marchas de la protagonista o cualquier otro personaje por caminos que, normalmente cogidos en ángulo, dejan apreciar la profundidad de campo, con el personaje que se ha visto en primer término perdiéndose por el fondo.
Cuando el formato le podría suponer un engorro, se saca de la manga un formato temporal cuadrado, como en los múltiples casos del interior de la casa del cacique, en la que la luz o la sombra reencuadra la pieza central, dejando a oscuras los extremos de cada lado de la pantalla.
Creo que los tres fotogramas escogidos explican bastante bien lo que digo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario