Preparo los ciclos esos de "Ombres mestres. Les lliçons dels grans del cinema" (no traducible el juego, pero más o menos "(S)o(m)bras maestras. Las lecciones de los grandes del cine" con Pau Pérez Uslé, quien ahora me da, en parte contento, en parte decepcionado con ciertas cosas, el fruto de varios años de trabajo: su cortometraje "Conte de llops" ("Cuento de lobos").
Es, a escala, pero en cualquier caso realmente, una superproducción. Quizás una causa perdida, como el doble cuento que, como el título del cartel, refleja la película. Se embarcó a hacer el único corto en película cinematográfica, en 35 mm, de toda la última hornada, con complejos movimientos de cámara, noches, lluvias, nieve, ruinas, orquestas y hasta animales, y entre ellos lobos.
Narra una (se debe repetir: doble, una doble que en cierto modo amplío ahora, y espero que no se ofenda, a triple) historia. La de unos soldados -y da un poco igual que se trate de los de la guerra civil española- que están ya en las últimas de su aventura, más pendientes del mundo que perdieron y al que quisieran volver que en el fantasmal en el que en verdad se encuentran. La de, por otra parte, unos exploradores surgidos en la ficción del "Colmillo blanco" de Jack London, emparentados por el realizador con un hilo muy íntimo con los anteriores. Y, añado yo, la de un ingeniero que, sacando el tiempo y el dinero de donde ha podido, se ha embarcado a hacer esta historia de perdedores que evoca en su tono a la épica, a la narración clásica. Una historia que Peckinpah habría rodado, pero que no sé si habría tenido la paciencia necesaria para seguirla y dejarla como está, lejos de un explosivo y escandaloso baño de sangre final. Pau acaba la historia donde y como tiene que acabar, pero lo suyo ha sido ir planteándolo, como algo ineludible, pacientemente.
Ahora el corto inicia su ronda por festivales de todo el mundo. A ver si alguien se fija en él, y le presta la atención que merece.
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