martes, 4 de febrero de 2014

La hora de los hornos


La Filmoteca ha pasado hoy la versión completa (más de cuatro horas) de “La hora de los hornos” (O. Getino – F.E. Solanas, 1968). En los últimos meses del franquismo circuló clandestinamente la primera parte (“Neocolonialismo y violencia”), que ahora sabemos que distribuía “el Volti”.
De esas visiones prácticamente sólo recordaba la secuencia de la foto, en la que unos niños corren junto a un tren para pedir unas monedas (y que hace poco me dijeron que era, como he confirmado hoy, del “Tire die” de Fernando Birri); la ironía sangrante del narrador contra una fiesta burguesa dada en honor del escritor Manuel Mujica Laínez, que me alejó de sus libros para los restos, aunque luego me dijeron que no estaban nada mal; y la profusión de títulos y letreros dando frases para la reflexión, o slogans revolucionarios, tomada, desde luego, del primer y efervescente cine cubano.
Vista hoy esa primera parte, que intentaba mostrar una situación en Argentina y toda América Latina que dejaba una única opción de salida, la revolución, pues a mi entender mantiene toda su fuerza. Quizás dicho esto con un deje algo melancólico, porque no es que hayan cambiado las cosas tanto, y sobre todo en otros rincones del mundo.
Contiene escenas de una modernidad inicios de los 60 aplastante, como el montaje paralelo de sofisticados anuncios con escenas de mataderos, mientras suena una musiquilla de nivel de vida. Y acaba con una foto fija del rostro muerto del Ché, congelada varios minutos, señalando el camino…
Ya en la época se decía que en las dos siguientes partes, sentadas las premisas del cultivo revolucionario que era la penosa situación de Latinoamérica, extensible a otras realidades, se centraba en el peronismo, y la cosa tomaba otro aspecto. La central sirve, cuando menos, para informarse de qué pasó en la Argentina entre la guerra mundial y 1965, y contiene una entrevista con Perón que me ha dejado lívido. Luego…he pensado que la cosa ya iba dando vueltas sobre lo mismo, que estaba cansado, y que tenía muchas cosas por hacer… y me he ido.

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