domingo, 2 de noviembre de 2025

Punishment Park


Aún siendo una de las películas más conocidas del especial director británico fallecido la semana pasada, no había visto aún “Punishment Park” (Peter Watkins, 1971). Comprobando que estaba en Filmin, la vi anoche.
Es una película con todas las características suyas, pero habría que ponerla un poco en su contexto. Primera y última suya rodada en Estados Unidos, en un año en que ya ha estallado la rebelión universitaria de final de los años 60, y la sociedad norteamericana va cambiando radicalmente en cuanto a su postura sobre la intervención de su país en la guerra de Vietnam.
Si en otras suyas, como “Culloden” (1964) o la monumental “La Comuna” (2000) -ambas, por cierto, muy recomendables y también disponibles en Filmin- Peter Watkins se aproximaba a un hecho histórico y lo analizaba a fondo ideando un supuesto y anacrónico equipo de televisión desplazado para dar cuenta con sus cámaras y entrevistas de los hechos, aquí monta una ficción se diría que futurista que tiene mucho del ambiente del momento: Un presidente de los Estados Unidos, en uso de sus prerrogativas constitucionales, establece una ley marcial y manda detener a todos los grupos estudiantiles pacifistas o activistas contra la guerra. Tras unos juicios sumarios sin garantía alguna, todos los condenados aceptan la opción de saldar la pena por una breve estancia en el parque a que hace mención el título de la película, en la desértica zona del sur de California, aunque todo pinta que su destino puede llegar a ser aún peor.
Si en esas obras sobre hechos históricos había momentos para el reposo y la reflexión ante las cámaras, aquí esos momentos son mucho más cortos y, en cualquier caso, nerviosos, siendo casi todas las imágenes recogidas por esas supuestas cámaras de televisiones europeas de un atolondramiento-marcado por la urgencia y tensión del momento- constante.
El retrato que se hace de los diferentes cuerpos armados y de los representantes del orden y establishment son feroces y, visto hoy en día, aún perdido todo ese poder de reacción de la época, produce, sin dudas, escalofríos por las concomitancias que se vislumbran con varios procesos que se dan por todos lados y, sin ir más lejos, en el mismo escenario de la película.



 

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