viernes, 7 de noviembre de 2025

Homenaje a la Central del Curt

Laia Aubia, directora de la Academia Catalana de Cine.

Tendría que decir alguna cosa del acto de ayer en Castellar del Vallés. La Academia del cine y la Federación Catalana de Cineclubs homenajeaban a la Central del Curt, la distribuidora a-legal de la Transición (1974-1982) que dio a conocer por toda la Península todo aquel cine que no podía verse por los canales legales, y lo hacía en la figura de sus fundadores Martí Rom y Martí Valls.
Los acompañé a ambos en el trayecto hasta allí y, a la pregunta, casi retórica, que hizo uno de ellos, de si alguien iba a desplazarse hasta el auditorio donde tienen sus sesiones el Bram! y el Club Cinema Castellar y oírles, sólo pude responderle que tranquilo, que yo les escucharía muy atentamente.
Pues bien. Llegada la hora, el auditorio presentaba un aspecto impresionante, muy lleno, de un público, mitad de Castellar y otra mitad venido de más lejos, que siguió con curiosidad y atención lo que los homenajeados pormenorizaron tanto (y aún dejaron mucha cosa en el tintero), que la proyección de las cuatro piezas programadas por la Academia empezaron -y por tanto acabaron- muy tarde.
Martí Rom ha sostenido siempre, con modestia y buen criterio, que si pudieron montar y hacer funcionar con tanta eficacia una distribuidora clandestina como fue la Central del Curt, que tanto hacía circular la entonces “inexistente” “Viridiana” de Luis Buñuel, la -como me recordaban el otro día- “Granada, mi Granada” de Roman Karmen, las películas de Llorenç Soler, de Antoni Padrós y tantas otras, incluidas las realizadas -anónimamente, como todo- por ellos con el nombre de la Cooperativa de Cinema Alternativo, fue sencillamente porque se afanaron todos en dar lo mejor de sí mismos, sí, pero también porque quienes debían vigilar que no tuvieran lugar cosas de esas estaban mucho más preocupados en cosas más importantes, y ésta era una de las que menos les quitaba el sueño.
En el estrado, a preguntas de Jordi Vilá, de la Academia, fueron contestando, con afán didáctico para las nuevas generaciones, cómo, desde su actividad previa en los cine-clubs Ingenieros e Informe 35, conocieron a los cineastas que luego distribuyeron y, ya puestos a la tarea, con medios precarios (el almacén de partida de las bobinas que tenían que distribuir era la casa familiar de Joan Martí Valls), buena voluntad de ellos y de los que contrataban las películas, consiguieron proezas de organización de circuitos, en los que un cine-club o un centro que pasaba una película se la enviaba al siguiente, y éste al siguiente, y nunca falló ni una sesión.
Ni que decir tiene que la mayoría de las películas servían básicamente para el coloquio que sobre lo que ellas suscitaban se desarrollaba después, en una época en que todo bullía, con la esperanza de un futuro, ya apartado y olvidado el franquismo, socialmente mucho mejor.
En este sentido, tras la visión posterior ayer de “Montaña” (una de las películas clandestinas de “El Volti”, sobre la reunión de intelectuales en Montserrat de 1970, en protesta por el juicio de Burgos), “Un libro es un arma” (sobre los atentados ultras a librerías, realizada por la Cooperativa de Cinema Alternatiu -Josep Miquel Martí Rom-), “Manifestacions a Barcelona 1 i 8 de febrer de 1976” (del Grup de producció, en el que estaba el cineasta nacido y que vivía en Castellar del Vallés Pere Joan Ventura, también homenajeado en la sesión) y “O todos o ninguno” (del Colectivo de Cine de Clase, sobre la huelga de la Forsa), sólo con ver los temas que trataban, podía uno sacar una idea del tipo de coloquios que podían llegar a fomentar.
Martí Rom explicó al final de su intervención que la experiencia de la Central del Curt se acabó básicamente por dos motivos. Uno fue que el material de 16mm, con la primera aparición del vídeo, fue dejándose de fabricar y correspondientemente más caro, y otra que ya con el sistema de partidos y las elecciones restauradas y en funcionamiento, los ayuntamientos y otras instituciones políticas fueron cooptando a los activistas de las asociaciones de vecinos y similares, y también a los que, voluntariamente, se esforzaban en organizaciones como los cine clubs. Joan Martí remató mostrando a su vez su perplejidad, ante la sonrisa del auditorio, al explicar que el último año, las cosas políticamente muy cambiadas, decidieron legalizarse y constituirse en cooperativa. Con lo bien que habían funcionado en la ilegalidad, a la que se legalizaron (pagando a un notario las poco más de 2.000 pesetas que tenían en la caja), la Central del Curt ya dejó de ir bien.
Tras la proyección, los propios representantes de la Central del Curt bajaban los ojos algo avergonzados del palizón a que se había sometido al público asistente, especialmente con la última, más larga que las anteriores y que por su colocación acabó bien tarde, así como por sus defectos de realización, que no importaban tanto a sus autores -Mariano Lisa y, sobre todo, Helena Lumbreras- como el sacar a la fuerza obrera en bruto de protagonistas.
Esta misma película, y esto son reflexiones que compartí con bastantes a su finalización, vista hoy, supone en quienes la contemplen una amargura grande, por en qué ha devenido todo el fervor que trasmitía, esa idea de un futuro con una clase obrera victoriosa en una sociedad más justa. Joaquín Jordá, más sabio, cuando realizó su “Numax presenta”, una película sobre la ocupación por sus obreros de una fábrica, supo acabarla con el baile de todos los participantes -cineastas y huelguistas- en el film. Ellos, y sobre todo Jordá, sabían que no había nada que hacer, que la cosa estaba perdida y bien perdida.
(Quien quiera saber más detalles sobre la Central del Curt puede acudir a este enlace: https://martirom.cat/08-central-del-curt-cooperativa...

Proyección, ya antigua, como cuña homenaje a Pere Joan Ventura, recientemente fallecido.


Àlex Portolés, presidente de la Federació Catalana de Cineclubs y Yolanda Rivera, alcaldesa de Castellar del Vallés.

Carlos Ríos, vicepresidente de la Academia de Cinéma Català (y director del Festival D’A)

Martí Rom mostrando el cartel conmemorativo que le ha entregado Laia Aubia.

Los dos.

Jordi Vilà introduciendo la entrevista. Previamente yo hice un pequeño resumen de la situación cinematográfica y social en el momento de la aparición de la Central del Curt, pero no pude menos antes que reflejar lo contento de que dos “hombres ocultos” como “los Martíns”, terminó que acuñóLaia Aubia, debido a haber participado, sin firma, en experiencias colectivas como los cine clubs, la Central del Curt y la Cooperativa de Cinema Alternatiu, empezarán a ya no serlo, gracias a este acto y al de homenaje del otro día a Martí Rom por parte de la Federación de Cineclubs, que le otrorgó uno de sus premios Nunes.




 

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