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Los tres despreocupados amigos, antes de la concienciación de Máximo que es la línea espinal de la película. |
Hay sesiones que justifican la existencia de una filmoteca. Como la de esta tarde, con la proyección de una copia inmaculada de la cinemateca suiza de “La juventud de Máximo” (Kozintsev y Trauberg, 1935)
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Otra muerte en la enorme fábrica. Este obrero, con el amenazante apoyo de todos los demás, consigue que el patrono se descubra la cabeza ante el cuerpo del accidentado. |
Es su primer plano uno fijo, con una farola en el margen izquierdo, un fondo difuso y el joven Máximo que aparece por un ángulo de la derecha y su figura va completándose a medida que se acerca a la cámara, cantando una cancioncilla que nos acompañará en diferentes momentos através de toda la película.
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La pieza clave de la película: el acordeón que toca la cancioncilla leitmotiv y...
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Esta misma canción está presente en el último plano del film, éste nada difuso, sino lleno de luz, con una claridad diáfana. Es también Máximo quien, cargado con un hatillo, canta en él, alejándose, tras mirar a la cámara, por la estepa. Se dirige, indudablemente, hacia un horizonte que por fuerza ha de ser prometedor.
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...y esa "¡A las barricadas!" que canta, enardeciendo a los obreros, esta chica.
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En medio de estos dos planos asistimos a los cruces y encuentros desiguales entre dos fuerzas. Por un lado unos desprotegidos trabajadores sólo apoyados clandestinamente por un solidario Partido Socialdemócrata. Por otro, los cuerpos armados zaristas, siguiendo las instrucciones de unos desalmados patronos y de sus secuaces. En varias ocasiones en las que los zaristas van a caballo, las dos lineas geométricas se cruzan y acaban violentamente, con cargas porras en mano por un lado, gritos y entusiasmo por el otro. En otra ocasión, la guardia a caballo es frenada de golpe por la barrera del tren que se cruza en su camino, en el cual Máximo huye escondido para escampar la buena nueva por todo el país.
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El jefe de policía va a comprobar una denuncia del miserable hombre de su lado.
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Cruces visuales, contrastes radicales (a la reposada cancioncilla del plano fijo inicial le sigue la vorágine de unos trineos deslizándose a toda velocidad, llevando a los celebrantes del año nuevo), sombras en los cristales del fondo de una sala que alargan el significado de lo que se divisa directamente en ella, negros paisajes industriales llenos de chimeneas y muertes, una música de acordeón súmamente importante, la cancioncilla leitmotiv y la fuerza para arrastrar a una multitud que tiene el “¡A las barricadas!” Una vez al mes, una película como “La juventud de Máximo” para levantar el ánimo, por favor.
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Una maestra que tiene las cosas claras.
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Máximo siente algo más que admiración por esta valerosa mujer.
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La imagen no responde a la luz que se desprende de ella en la pantalla. ¡Ahí va Máximo! Un letrero avisa de que ahí acaba la juventud de Máximo. A ver si podemos ver sus dos etapas posteriores, completando la trilogía... |
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