Miro ahora lo que he ido señalando a lo largo de su lectura y me doy cuenta que lo que más me ha divertido no ha sido su más larga parte central, su "Notes, notules et notices", en el que vierte en general de forma muy ligera una frase las más de las veces de lo más anodina sobre cada uno de sus films, sino las otras dos partes, más cortas, que la envuelven como en un sándwich.
De la primera parte, "Esquisse d'autoportrait", ya destaqué alguna cosa. En el último capítulo, "Pensées ou anecdotes?", un auténtico cajón de sastre en el que registra sus querencias e ideas sobre las cosas más variadas, he recuperado el placer de reencontrar el Chabrol, siempre irónico, con aire de sincero, que más me gusta. Hay en él bromas sobre la forma de hacer de los Dardenne ("Mientras que uno lleva la cámara, el otro le va haciendo cosquillas"), inmisericordes valoraciones sobre las últimas obras de dos cineastas (Visconti y Fellini) que le habían gustado mucho en sus primeras, opiniones sobre la música en el cine y la música tout court de gran valor, sobre la violencia y el sexo en el cine, sobre la consideración de la muerte o hasta una tan curiosa como ésta relativa a su forma de actuar en su oficio, que marca el tono:
"Me gusta que los productores vengan a la primera proyección, soy sensible a los pequeños detalles que señalan. Escucho con cuidado y, por regla general, presto más atención a sus sensaciones que a sus remedios. Es un poco como con el Partido Comunista. He prestado siempre una extrema atención a su diagnóstico, pero nunca a sus prescripciones."
(Claude Chabrol -en collaboration avec André Asséo-. "Laissez-moi rire!" Éditions du Rocher, 2004)
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