martes, 25 de octubre de 2016

Volver a casa con 50 años


Sergi Garriga, a la vez uno de los protagonistas y colaborador de Victoria Bermejo.

En su día no lo vi y ahora, gracias a su incorporación en el catálogo “on line” de Filmin, he podido por fin hacerlo. “Volver a casa con 50 años” (Victoria Bermejo, 2016) es un documental sobre lo que nos está quemando, la crisis que se ha llevado casi todo por delante, pero que entra por una rendija especial, que le añade un plus de interés. Su directora se concentra en un medio que conoce muy bien, el artístico, azotado de lleno en estos últimos años, y entrevista por bloques a unos cuantos amigos de su edad aproximada que, incapaces de caer más abajo que el suelo, han recibido refugio, parcial o definitivo, en casa de sus padres.
Las literas de un youth hostel, inesperado escenario de vida.
Alguno de los escogidos para representar el caso fueron en su día el rey del mambo. Otros tenían un ritmo modesto de vida, pero suficiente como para mantener su independencia, que se hizo inviable cuando todo dejó de funcionar y las actividades artísticas fueron consideradas secundarias o, con la ayuda de la presión, de elaboración sin remuneración alguna.
Llegó entonces el intento de subsanar una situación que se creía coyuntural. Uno de los personajes frecuentó un tiempo un youth hostel, durmiendo en una sala de literas junto a quince jovencillos que venían a la ciudad a hacer turismo. Luego, como todos, se hizo a la idea y aceptó el ofrecimiento de sus padres.
Victoria Bermejo, en una foto extraída de internet, creo que de Ana Portnoy.
Entra entonces el reportaje en unas rondas alternativas de sus declaraciones, de las de sus madres. Es un círculo que se llega a hacer en fases algo cansino, pero que podría serlo -dada la situación- mucho más. Aún tiene la suficiente habilidad como para dejar mostrar a los personajes su relativo fondo de buen humor, que han conservado pese a todo. O para dejar ver el cierto proceso de infantilización que la convivencia con sus padres a tan alta edad les ha supuesto a alguno de ellos.
Un buen recordatorio de que la línea que separa nuestro confort de la total inestabilidad se puede hacer permeable en cualquier momento.

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