viernes, 30 de octubre de 2015

Pasolini y el teatro



A mi entender ha sido uno de los actos con mayor nivel de los presentados por el Projecte Pasolini Barcelona. Han salido a escena Nietzsche, el estructuralista Jakobson y hasta Lacan, pero aún así -y eso es lo que lo ha convertido en único-, a la vez ha resultado de lo más claro, emotivo y divertido. Era la sesión con Xavier Albertí dedicada a "Pasolini i el teatre". Para tratar el tema difícilmente se encontraría a alguien mejor que él, que ha dirigido un par de obras que tienen a Pasolini como autor o referente máximo.
Ha quedado claro que la obra en teatro de Pasolini fue "breve y poco trabajada". Albertí ha explicado que toda ella (7 u 8 textos) la creó durante los tres meses en que tuvo que hacer reposo para curarse de una úlcera sangrante. La escribió a toda velocidad, con la intención de volver a ella más adelante, para depurarla. Se ha centrado entonces en caracterizar el teatro nuevo que pretendía hacer Pasolini, un teatro de la palabra, el único proveedor de pensamiento.
Iván Sánchez, que hacía de moderador y ha llegado a excusarse por ser psicólogo, lo que le ha granjeado la simpatía de los asistentes, le ha efectuado una observación muy buena, y es que toda la obra de Pasolini provoca siempre un choque en el espectador, un auténtico conflicto mental, pero nunca lo resuelve. Ha mirado entonces a Albertí, como pidiendo ayuda para, explicándolo, resolver todos y cada uno de los conflictos suscitados por Pasolini, pero el director teatral, en esta ocasión, lo ha dejado ahí.
Ha efectuado entonces Albertí un recorrido por el que han transitado gentes y temas del mundillo teatral que han hecho felices hasta a los que, como yo, confiesan que les cuesta mucho entrar y salir satisfechos de sus representaciones. Han aparecido Carmelo Bene, ("quizás la persona con el ego más enorme que he conocido"), su compositor ("que aparecía en sus clases vestido de Turandot"), Vittorio Gassman (del que ha explicado que decía por ahí que sí, que Bene había conseguido maravillas absolutas modulando su voz, pero que no le llegaba a él ni a la suela del zapato en cuanto a amoríos), la función social del teatro y, finalmente, Nápoles, Totó y Eduardo de Filippo,...
Ya lanzado, Xavier Albertí ha dado el consejo de ver "Uccellacci e uccellini", "para ahorrarse uno entonces la lectura de las 600 páginas de "El Capital del siglo XXI" de Thomas Piketty". Ha hablado de esa idea tan de Pasolini de que los campesinos, sometidos a un trabajo que seguía el ritmo de las estaciones, no eran conscientes de su pobreza hasta que un televisor les dijo que para ser felices necesitaban un coche. Se ha hablado entonces también del concepto de Humanidad, que una señora de primera fila ha visto también asociado a Pasolini, y que -ha comentado- no debe separarse nunca de su obra, porque si no se obtendrían cosas horrorosas.
Por último, nos ha abierto las ganas de ir a ver su próximo espectáculo, en el TNC, "El professor Bernhardi", de Arthur Schnitzler, por cómo lo ha explicado. "La única obra que conozco, ha señalado, que trata de este tema", de cómo se forma realmente una ideología, que no es en absoluto como tenemos entendido.





 

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