Antonio de Moragas ayer "me etiqueta", que dicen los muy sibilinos de FB, colgando una fotografía de François Truffaut, bajo el más que débil pretexto de que era su santo. Despisto un poco, sin morder del todo el anzuelo, comentando la muy buena asociación que aporta Esteve Riambau (a quien también "ha etiquetado" con la malsana intención de que lance sus dardos envenenados sobre su tan despreciado cineasta, y entre en polémica con mi más que probable defensa a ultranza del personaje y de su cine), y dejo pasar la cosa.
Pero no puedo dejarlo pasar, claro. Y mucho menos después de haber leído precisamente los capítulos que René Predal (quien ya me estaba cansando un poco) dedica a "la vena autobiográfica en la ficción de autor" y, más concretamente, a todo ese juego de dobles y correspondencias que se establecen entre Truffaut y los que importaron en su vida, por un lado, y los personajes de sus films por otro. Un juego de espejos múltiples que va mucho más allá de los fácilmente reconocibles en la serie de Antoine Doinel, porque es precisamente en sus otras películas ("Les mistons", "Tirez pas au pianiste", "La peau douce", "La chambre verte", "L'homme qui aimait les femmes", "Les deux anglaises et le continent",...) donde se reproduce mejor.
De esta última ("Les deux anglaises et le continent"), que como señala Prédal fue su obra definitiva, una reedición que retomó cuando ya vio que no podría hacer una nueva, entresaco una de esas perturbadoras coincidencias: Habla Prédal de que no se podrá negar la turbadora coincidencia entre "ese amor doloroso de Claude-Doinel-Truffaut por dos hermanas, una de las cuales morirá (de tuberculosis) y la otra (Muriel) le dejará, con las hermanas Dorléac-Deneuve", una Françoise Dorleac que morirá en un accidente de coche yendo al aeropuerto de Niza, el mismo trayecto en el que muere por accidente, en "La noche americana", el personaje de Jean-Pierre Aumont.
Una de las muchas coincidencias entrecruzadas que pueden establecerse, ya digo...
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