Me he quedado, sobre todo, con un par de fotografías. La primera no es la que cuelgo, que parece hecha muchos años después, rememorando la que digo. A la izquierda Lucy, la madre. A la derecha, Lucian, el hijo, adolescente. Ambos al mismo lado de una mesa, cada uno mirando por su lado, pero muy conscientes de la presencia del otro. Ella –nos cuentan- revisaba todas las cartas que llegaban a su hijo. Una presencia que impone, y que acabará siéndonos muy familiar por aparecer en la serie de retratos que le hizo ya de muy mayor, cuando “ya no era la que había sido”.
En la segunda Lucian está con Caroline, con la que se acaba de casar. La evolución de los cuadros que pinta de ella marcan, como pasó con su mujer anterior, toda una historia.
Ambas fotografías aparecen en “Lucian Freud: Painted Life” (Randall Wright, 2012), un documental producido por la BBC sobre el extraordinario pintor, nieto de Sigmund, y que desvela un recorrido, cierto o no, fascinante. El gran acierto: la aparición, comentando aspectos del personaje, no sólo de pintores como David Hockney, críticos de arte y otros amigos, sino, sobre todo, de varias de sus mujeres e hijas, muchas de ellas modelos en varias ocasiones de sus pinturas.
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