martes, 17 de diciembre de 2013

La transición vista por el otro cine


Ha quedado claro que hoy, en la primera sesión de la Filmoteca sobre “La transició vista per l’altre cinema”, dedicada a las “manifestaciones cívicas” durante la transición, lo que quería Pere Portabella era decir que “el momento que tenemos la suerte de estar viviendo” (según sus palabras) era una continuidad de las acciones que documentaron los films presentados, y así ha empezado, desbaratando las intervenciones que seguro traían preparadas los ponentes.
Sin querer ser derrotista (porque el lema que coreaban esas manifestaciones era “libertad” –ejem-, “amnistía” –la que ahora se ha visto que salvó de responsabilidad a tanto franquista- y “estatut d’autonomia” –el que ahora se rechaza de todas todas-), como yo acudía para ver qué nuevas cosas descubría de toda esa época y esas películas, me ha sabido mal el sesgo de la sesión, y en cambio me ha gustado que luego, entre intentona e intentona, surgiera algún escarceo por en esa dirección, con anécdotas jugosas:
Pere Joan Ventura, como ha llegado tarde, no se ha enterado de por dónde iba la cosa y ha soltado lo que había pensado al respecto estos días. Ha explicado que hizo su primera filmación desde la Facultad de Derecho, y quedó maravillado y orgulloso de las épicas tomas, con carga de la policía a caballo incluidas, que efectuó. Se imagina uno la rabia que debió sentir cuando vio que había cargado mal la película, y no se había registrado nada.
Otra anécdota la ha soltado el mismo Portabella, hablando de cómo contabilizaban los asistentes de las manifestaciones. Se ve que habían las diferencias abismales que luego han seguido surgiendo en toda manifestación. Hasta que en una reunión, apareció un pastor del Pirineo, que sentenció (“Había 8000 cabezas”). Era infalible.
Manel Esteban y Roc Villas (éste entre los asistentes) han reivindicado los nombres de gente hasta ahora anónimas, que ayudaron enormemente a que esas películas pudieran hacerse y verse. Dos trabajadores de Sonoblock (Monclús y otro nombre que no he retenido) facilitaban las mezclas y trabajos de sonido. Otros dos de Fotofilm, los de montaje de imagen, siempre arriesgando su puesto sin que estuvieran afiliados a partido alguno. También se ha hablado de Banús, de la tienda “Óscar Film”, en Major de Gràcia, que facilitaba ciertos revelados.
Joan Antoni Gonzàlez, de quien proceden las copias hoy proyectadas, también entre el público de la sala, ha hecho reír otro poco cuando ha explicado que, para disimular, los trabajadores de Fotofilm les ponían a las filmaciones clandestinas nombres que nada hacía sospechar lo que había dentro, lo que luego ha complicado mucho su localización. Así, una reunión del PSUC se llamaba “Fiesta del Pilar”, las filmaciones de las manifestaciones del 
1 y 8 de febrero de 1976 iban identificadas con el nombre de “Amapola”, etc.

Las películas (“Montserrat, assemblea d’intel·lectuals” -1970-; “El cura” -1970-1971-; “Sant Cugat, Primer de Maig del 73” -1973- i “Manifestacions a Barcelona dels dies 1 i 8 de febrero” -1976-), vistas y no demasiado oídas (el sonido y su sincronía con las imágenes fue siempre el gran problema de esta época) hoy, tienen la gracia de descubrir en ellas a alguna figura más o menos conocida, o de documentar, al margen de lo propio de su objetivo, cosas tan peregrinas como los camiones que pasaban por la N-II durante los 70…

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