El otro día hablaba, entusiasta, sobre la actualización de su web que ha hecho Martí Rom. Éste recordaba ahí, en un texto, cómo se analizaban las películas de las que se iba a hablar en un dossier para el cine-club o en una revista, en una época en la que no existían videos ni DVD, ni visionados auto dirigidos de ningún tipo. Uno iba al cine con una libreta, e iba anotando todo lo que iba viendo, para luego darle un sentido. Él sofisticaba la cosa, llevando un soporte rígido para apoyar el papel, al que iba ligado una pequeña linterna…
Ahora, en el librito “Truffaut et ses doubles” (Vrin, 2013), que estoy leyendo con calma y fruición, he llegado al capítulo en que Martin Lefebvre analiza la función de los diferentes cuadros de Picasso que pueblan las escenas de “Jules et Jim”. Éste era uno de los aspectos que nunca dejabas de anotar en la visión de una película sobre la que tenías que hablar. Luego se trataba de llegar a ofrecer una explicación plausible de por qué el director había escogido poner en la pared, detrás del protagonista, ese cuadro, y no otro: Similitud de carácter, concordancia con la escena que está viviendo, etc.
Para poner un ejemplo, en la divertida escena en que Jim espera en un café a Catherine, que le da un sonoro plantón, Lefebvre hace notar la presencia en un muro posterior de un póster de la Galeria Ambroise Vollard con “Au Lapin agile”, también llamado “Arlequin au verre”. Más allá de una posible ambientación de época, sacando a colación la relación trágica de Casagemas con Germaine Gargallo, y más tarde de Picasso con ella misma, Lefebvre nos habla de la posible prefiguración del final trágico de la película.
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