Iba a la segunda sesión de “La transició vista per l’altre cinema”, en la Filmoteca, más que nada para ver qué decía Llorenç Soler, su protagonista, porque las cuatro películas que pasaban las tenía bastante presentes. Creo que Soler se ha equivocado un poco en la selección de films, porque sumaban demasiado metraje y porque “El autoparlante” (1970), ese montaje de los discursos de Franco sobre un bucle de gente caminando a cámara lenta en plano medio por una calle / carretera de Badalona ha caído como una losa sobre el auditorio: Los discursos oficiales actuales no difieren demasiado del lenguaje vacuo del dictador, y quizás sólo cambia el tono de voz…
Pero he quedado atrapado, una vez más, por la fuerza de “52 domingos” (1965-67), con imágenes de la periferia barcelonesa (lamentablemente no se encuentran por la red) que te dejan patidifuso, y con una historia a lo “Rocco y sus hermanos” pero con el mundo de los maletillas y el toreo en vez del boxeo.
Juguetes rotos antes de recorrer su trayecto, todos ellos están ahí para sacar a su familia de la pobreza, y poder, según sus palabras, regresar a su pueblo en coche, como unos señores. El cartel inicial, de una tauromaquia de Goya, con aquella frase de Espartero, “Más cornás da el hambre”, ya lo dice todo.
Como ha dicho Josep M. Català en su presentación (en la que ha hablado de “el arte de la memoria”, los trabajos de artesanía de los monjes medievales, como símil al recorrido del cineasta), si éste fuera un país serio, toda la obra de Llorenç Soler estaría editada y a disposición de todo el que estuviera interesado.
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